XXIII

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Sanem

Compruebo los horarios de los transbordadores que llegan por la tarde, hay uno programado para las 18.00 y otro a las 19.00. Me siento en una mesa de un bar al aire libre que da directamente al puerto y me tomo un refresco mientras espero a ver si Osman llega con el primero que se ve llegar a lo lejos. Me he traído el libro sobre el embarazo y empiezo a leer con interés, descubro que tengo que tener cuidado con los alimentos crudos o poco cocinados, los embutidos, las aves y la caza. Miro hacia el mar pensativo intentando recordar si he comido algo en los últimos tiempos, pero afortunadamente parece que no.

Pensando en Osman recuerdo por un momento las imágenes del vídeo que he visto esta mañana, ¿qué hacía allí con Can y Polen? Sacudo la cabeza obligándome a no pensar en esas imágenes, no es bueno para mí y es inútil.

Sigo leyendo mientras vigilo el ferry que cada vez está más cerca, me emociona la idea de poder volver a abrazar a mi viejo amigo, le he echado mucho de menos, no exageraba cuando le decía a Andrea que es como un hermano. Siempre ha sido muy querido por mí, cuando era pequeño me defendía de los matones del barrio y al crecer se convirtió en mi confidente sincero, quizás incluso más que Ayhan con quien siempre compartí más travesuras y risas locas.

La echo de menos, pero ahora mismo no puedo oírla, si supiera dónde estoy no estoy seguro de que pudiera mantener el secreto ante la petición de mis padres que, desde que perdió a la suya, la tratan como a una hija a la par que a mí y a Layla.
No quiero ponerla en una situación difícil, es mejor que no sepamos nada el uno del otro durante un tiempo.

El transbordador hace su entrada en el puerto, me quedo encantado observando las precisas maniobras que permiten a ese mamotreto posicionarse exactamente en el punto esperado y comenzar y descargar su carga humana en la isla.
Salgo del bar para acercarme al punto de desembarco, emocionado, miro a través de la multitud que está desembarcando con la esperanza de ver a Osman. Para cuando casi todo el mundo parece haber desembarcado y me resigno a esperar una hora a que llegue el siguiente ferry, ahí está él en lo alto de la escalera de desembarco. Me muevo rápidamente por el muelle para encontrarme con él, está hablando con un chico mientras baja la escalera, le llamo - ¡Osmaaan! -

Se gira sorprendido al oír su nombre y sus ojos se abren de par en par al verme entre la gente que espera en el muelle. Deja caer su bolsa al suelo y corre hacia mí, yo hago lo mismo y prácticamente chocamos en el énfasis de un abrazo afectuoso y nostálgico. Osman me sabe a casa, es mi infancia, forma parte de mis raíces, es una parte importante de mi vida y lo será siempre.

Se aparta de mí sonriendo con incredulidad - ¿Sanem? ¿Qué estás haciendo aquí? -

- Es una larga historia, espero que en tu apretada agenda internacional de modelos haya espacio para tu amigo de la infancia -

- Claro, qué dices, ¿cómo iba a descuidar a la chica más marimacho del barrio? -

Le voy a dar un puñetazo en el brazo. - Ya basta. ¿Otra vez con eso? - Nos reímos juntos, felices de estar juntos de nuevo. El chico con el que Osman hablaba hace un momento se acerca, llevando la bolsa de lona que abandonó por impulso mientras corría hacia mí.

- ¿Osman? Parece que alguien te ha dado una agradable sorpresa. - Sonríe y me tiende la mano - Hola, soy Sam, un colega americano de Osman.

Le devuelvo la sonrisa y le doy la mano - Hola, Sanem, un amigo de la infancia de Osman, en realidad EL amigo de la infancia, no creo que tenga otros -

Me mira con insistencia, sonriendo -Qué tesoros inesperados se esconden en Turquía, estoy encantada-.

Me sonrojo de vergüenza cuando Osman le da un codazo de disgusto -Sam, cálmate y no te acerques a mi Sanem, ¿vale? -

Una oportunidad para volver a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora