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-¿Qué? -desgañitó Hange, poniéndose de pie-. ¿Por qué razón? ¡Eso es una masacre!

La líder de escuadrón estaba encendida por la ira. El capitán apenas podía emitir sonido. La cabeza se le partía en dos.

El comandante alzó la mano en señal de calma.

-Hanji, tranquilízate

-¡Nosotros defendemos a la humanidad!¡No la atacamos!

-Sé que no saldrán vivos, Hanji. Lo sé. He intentado detenerlo, pero no tuve opción.

"No tuve opción". Levi alzó la vista y estudió a su comandante. Erwin no mostraba angustia ni pena como era de esperarse. Su rostro impenetrable no vacilaba ante la mínima adversidad. Era despreciable y admirable al mismo tiempo su capacidad de liderazgo.

-Morirá gente inocente -masculló el capitán-, ¿estás de acuerdo con eso?

Se hizo un silencio, tras la acidez de sus palabras. Erwin y Levi intercambiaron miradas punzantes. Los ojos azules del capitán se habían oscurecido como la boca de un lobo y ardían de furia contra los sentimientos insondables de Erwin. Levi sabía la respuesta. Lo sabía, pero lejos de atemorizarse, le sostuvo el semblante infranqueable.

Luego de un momento de reflexión, las cejas rubias del comandante se relajaron.

-La corona pidió una reducción de la población mayor a los 45 años -pregonó Erwin-. Mañana partiremos hacia Shingashina. No pido que me acompañen. Iré solo, con algunos voluntarios, y me responsabilizaré de mis propios actos.

-Deja esa mierda para otra persona -Levi estaba irritado-. ¿Crees que es lo correcto, Erwin?

La respuesta fue tan dura como una patada en el estómago.

-Sí -contestó-. Los niños están muriendo de hambre, Levi. Pronto los titanes serán un problema secundario si seguimos en esta condiciones. Tú misma lo habías anticipado hace un año atrás, Hanji.

El capitán entrecerró los ojos a la vez que el dolor de cabeza se disipaba.

-¡Pero esto es para los peces gordos, Erwin! -repuso Hange-. ¡No metas a los niños en esta decisión!

-Ya está decidido -sentenció Erwin-. Permanecerán en Trost hasta que regrese. Pueden odiarme si quieren, pero sé que esto es lo mejor para la humanidad. A veces... A veces, debemos tomar decisiones difíciles.

-Iré contigo, Erwin -intervino Mike con determinación.

-De acuerdo -dijo el comandante-. Me vendrá bien tu olfato como en las misiones pasadas -Hanji y Levi estaban catatónicos-. Le notificaré a los novatos y a los más veteranos la decisión. Hange, tú tomas el mando en caso de que a mí y a Mike nos suceda algo. Ya lo sabes.

Hange no pestañeaba. Tenía la vista clavada en la mesa. Sus gafas estaban empañadas por el aliento que se mezclaba con la humedad y el frío del lugar.

Acongojada, se desplomó sobre el asiento.

-Paige quedará destrozada.

Levi miró de reojo a su compañera y, de pronto, la imagen de una Paige fuera de sí le generó escalofríos. La chica conocía a más de uno de los sobrevivientes de la masacre de Shiganshina. Estaba seguro que estallaría en cólera tan pronto se enterase de la decisión de la Corona y el aval de la Legión de Reconocimiento.

Luego de unos minutos, Hange y Levi salieron de la oficina de Erwin en un llano silencio. Mike permaneció en el interior junto al comandante para arreglar los asuntos protocolares. Ninguno de los dos soldados agregó algo más en relación a la expedición. Estaban sumidos en un desasosiego palpable. Sin embargo, a Levi la sensación de culpa no lo atezaba tanto como a Hange. El capitán supuso que ella, al ser tan cercana Paige, sentía como si la estuviera traicionando. Aunque, a decir verdad, Hange no tenía la culpa de absolutamente nada.

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