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Conan despertó hipando por el vaso de agua que Levi vertió en su cara. Somnoliento y mojado, con el cabello húmedo aplastado sobre la frente, el chico lo miró primero con desaprobación y después con sorpresa al distinguirlo al costado de su camastro.

-¡Capitán, Levi! -jadeó-. ¡Me va a matar del susto! ¿Por qué está aquí?

-Despierta a Hunter y Sean -ordenó Levi-. Los espero en diez minutos.

Conan soltó una exclamación quejumbrosa y se incorporó a medias, con la ayuda de sus codos. Bostezó de manera profunda, dilatando la nariz y arrugando sus ojos negros.

-¿Ha pasado algo?

-Les contaré en mi oficina -replicó el capitán, dando media vuelta-. Apresúrate.

Al cabo de ocho minutos, los soldados ingresaron por la puerta de la oficina de Levi. No estaban uniformados y llevaban ropa casual. Conan lucía agotado y lánguido entretanto Sean y Hunter se veían fatigados, pero más activos y animados que su compañero.

De pie, Levi los obligó a sentarse en las tres sillas dispuestas frente a él.

-¿No tendríamos que habernos levantado en una hora? ¿Qué demonios sucede? -quiso saber Hunter, dirigiendo la espalda contra el respaldo de la silla-. ¿¡No me digas que tenemos que limpiar de nuevo!?

Sean reprimió un bostezo en el hueco de su mano.

-Ya soñamos con escobillones, capitán.

Hunter le sonrió.

-En realidad, son pesadillas -aclaró.

-¡Vamos, capitán! -apremió Conan-. ¡Hable de una buena vez! ¡Quiero dormir!

Levi vagó la mirada por los tres soldados que lo observaban aletargados y expectantes. Decidió que lo mejor era ir al grano y sin rodeos.

-Paige se ha ido.

La noticia fue como una bomba: la confusión explotó en el lugar, cambió el ambiente y las expresiones dormidas desaparecieron.

Sean fue el primero en reaccionar.

-¿Qué? -demandó, frunciendo sus cejas rubias-. ¿Cómo qué se fue?

Hunter se incorporó en el asiento.

-¿Adónde se ha ido?

-Paige ha desertado -aclaró Levi-. Ella abandonó la Legión.

-¡Eso no es posible! -Conan salió disparado de la silla-. ¡Ella no haría eso!

-Lo hizo.

-¡Estás mintiendo! -gritó Conan, enfurecido. Su cara se había llenado de sangre y apretaba los puños a los laterales de su cuerpo.

Levi le devolvió la mirada sin ninguna expresión en el rostro.

-¿Por qué lo haría?

El juicio se abrió paso en la mente de Conan. El soldado tragó saliva, agachó la cabeza y se quedó con la vista fija en el suelo. Sus ojos oscuros se abrieron de par en par, abnegándose de lágrimas gruesas y pesadas.

-Capitán -Hunter lucia conmocionado y hablaba con reserva-. Eso quiere decir que a ella...

-Sí, van a matarla.

Conan se desplomó sobre su asiento, totalmente aturdido y desolado por la noticia. Sean lo consoló con palabras de aliento e infundiendo falsas esperanzas, pero Conan ya no lo escuchaba. Se limitaba a balbucear y llorar.

Sean le pasó un brazo por encima del hombro en un gesto fraternal. La tristeza también se manifestaba en las facciones de su cara, pero la preocupación por su mejor amigo lo habían llevado a ocultarla.

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