La casa de Benton era grande y rústica. Estaba ubicada en un barrio de casas solariegas entre medio de dos corredores enumerados, a unos diez metros de la plaza principal y el monumento a las murallas en Utopía. La puerta de entrada y el tejado estaban hechos de chapa y las ventanas que estaban dispuestas a sus lados eran angostas y estrechas.
Había tardado aproximadamente una hora en encontrar el lugar, guiándose a través de las indicaciones de Sean. El soldado le había dicho que la casa de Benton se encontraba en la calle número 34 y que detrás de la misma estaba montada su alfarería. También le dijo que la vivienda no era muy extravagante ni demasiado precaria sino que era más bien sencilla y con una fachada hecha de sillar.
Levi llamó a la puerta y aguardó unos instantes. A su alrededor, el ajetreo menguaba poco a poco debido a las bajas temperaturas y la falta de sol.
El capitán vislumbró a un guardia de la Fuerza de Guarnición cruzar la calle empedrada y dirigirse hacia él. De inmediato, le dio la espalda y rezó -a vaya saber quién-, para que el tipo no lo reconociera.
Se tensó tanto, pero tanto, que le dolió la zona lumbar. Después de lo sucedido en Trost, esperaba que ningún miembro de la fuerza volviera a acosarlo.
El capitán pudo relajarse cuando vio al guardia alejarse. Luego, se ajustó su abrigo y volvió a llamar a topetazos. Al no recibir respuesta, probó con empujar la puerta. En un primer intento, la puerta resistió, pero la presión cedió hasta que se abrió por completo, con el chirrido de los goznes y la chapa contra el suelo de cemento.
De entrada, la oscuridad helada invadió a Levi seguido de un mal presentimiento.
Era la casa de Benton, sumida en penumbras.
Levi esperó a que alguien viniera. Miró por encima del hombro por si se acercaba algún vecino curioso, pero solo vio a su yegua masticando heno.
Por precaución, el capitán se inclinó hacia abajo y sacó la daga que había guardado con anterioridad. Con los dedos la deslizó debajo de la manga de su abrigo, empujándola desde el mango por encima de su antebrazo.
Echaría un vistazo rápido y, después, esperaría afuera. Existía la posibilidad de que su personalidad escéptica estuviera equivocada y simplemente no hubiera nadie en casa. Pero... ¿Por qué no le pondrían llave a la puerta? ¡Karanesse no era de los distritos más seguros de la humanidad!
Levi caminó midiendo cada paso. Olfateó el ambiente y no sintió ningún aroma en particular. El lugar estaba helado y oscuro debido al mal tiempo y a los visillos de las ventanas que se hallaban herméticamente cerradas.
El capitán avanzó por la sala de manera sigilosa. Podía percibir su propia respiración agitada desprenderse de su boca y la suela de los zapatos repercutiendo sobre el piso de cemento.
Entonces, recorrido unos pasos... sucedió.
Desde la derecha escuchó un ruido casi imperceptible. Levi se detuvo y bajó el brazo para mover la daga hacia su mano. Sus dedos se posaron sobre la parte superior de la hoja y giró la cabeza cuando en la periferia notó a algo moverse con velocidad.
"Ira hacia mi cuello", pensó y, antes de que lo apresaran desde atrás, anticipó el movimiento. Levi se volvió, daga en mano, y sostuvo a su atacante desde el cabello para tumbarlo de cara al suelo e inmovilizar sus brazos. Estaba seguro que su atacante era un hombre por el ancho de la espalda y el grosor de los brazos. Y así fue.
El hombre soltó un gemido ahogado tan pronto sintió el filo de la daga sobre su yugular, pero luego desconcertó al capitán con su reacción disonante y los espasmos de su espalda que daban la impresión de que se estaba riendo. ¿De qué demonios se reía?

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VÉRTEX
Fiksi PenggemarEl "Vértex" es un punto matemático que marca un cambio en nuestra vida. A menudo son situaciones tanto buenas como malas que salen de nuestro control y se sienten predestinadas. Esta es la historia "Vértex" de Hange y Levi antes de la llegada de Er...