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-¡No puedo más Levi! -Hange se reclinó sobre la corteza de un árbol para acompasar su respiración.

Levi descendió con su equipo de maniobra frente a ella.

-¡Continúa! -le ordenó, frunciendo el ceño.

Hange negó con la cabeza.

-¡Estoy demasiado agotada! -expresó la chica-. ¿Podías ser un poco más considerado? ¡Hemos estado entrenando por dos horas seguidas!

-¿No querías que te entrenara? -demandó Levi, algo indignado-. ¡Muévete!

-¡No es justo! -chilló Hange-. ¡No puedes exigirme tanto en tan poco tiempo!

El capitán chasqueó la lengua y encendió su equipo de maniobras.

-Intenta atraparme -sostuvo, dejando una estela de gas que se arremolinó en la hierba tan pronto se impulsó para ascender.

-¡Espera Levi! -gritó ella desde abajo-. ¡Voy a morir!

El capitán refunfuñó. ¡Era exagerada! Voló por el claro del bosque, alejándose de Hange. Su figura fue recortada por el atardecer de la primavera que se colaba entre las copas de los árboles. Levi parecía un pájaro atravesando el firmamento, tiñendo su capa de un color tibio y anaranjado. Al capitán le gustaba usar el equipo de maniobra. Lo considera lo más cercano a la libertad dentro de las murallas.

Luego del ataque de los rebeldes, la Legión y la parte menos afectada de la Policía Interior ayudó a los heridos. Levi había sufrido lesiones externas y para su suerte no tuvo que lidiar con ningún hueso roto ni pasar por un extenso proceso de recuperación. Solo se dedicó a descansar sus músculos y articulaciones más de la cuenta. Erwin también había salido ileso de la explosión.

Lo contrario a Sean y Hunter que tenían heridas profundas y significantes que los obligaron a regresar al recinto para estar en reposo y bajo supervisión médica.

La muerte de Conan fue un golpe duro tanto para los dos soldados como para Levi. Sus amigos más cercanos estaban devastados. Habían transcurrido dos días desde la explosión y recién mañana le entregarían el cuerpo a la familia.

Fenrir fue el encargado de darle la noticia a la madre. La onda expansiva lo había llevado casi al mismo lugar que Levi y eso le salvó la vida a él y a su amiga, que solo recibió un par de puntos en una pierna herida.

La bomba había sido producto de los rebeldes. La misma estalló en uno de los departamentos de los edificios residenciales y se cobró la vida de Conan, junto a un montón de gente inocente y miembros de la Policía Interior.

Ese día Levi no pudo dormir. Soñaba con cuerpos desmembrados, con bombas y titanes. Conan aparecía en sus sueños feliz y al rato muerto y bañado en sangre. Su rostro se mezclaba con el de Isabel y Farlan. Las pesadillas que creyó haber superado, volvían a atacar de nuevo su inconsciente.

Erwin le ordenó regresar a Stohess y entrenar a Hange hasta nuevo aviso. El capitán se rehusó a abandonarlo, pero el comandante fue tenaz.

-De los tres, ella es la que está en desventaja física y emocional -había dicho el comandante. Levi leyó entre líneas su orden: debe ser fuerte en caso de que tenga que enfrentarse a Paige.

El capitán era consciente de que Paige sería capaz de matar a Hange de un solo movimiento. La líder de escuadrón era ágil y tenía buenos reflejos, pero pecaba de ingenua y emocional. Paige no. Ella había perdido su humanidad. Se había transformado en una zorra cruel y despiadada, a la que nada le importaba.

La idea de Erwin era contactar con Dot Pixis y Darius Zackley y elaborar un plan entre la Fuerza de Guarnición y la Legión de Reconocimiento. No obstante, primero debía estudiar a la Policía Interior y descubrir quienes traicionaban a la Corona. Erwin confiaba en Nile, pero no así en sus subordinados.

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