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—¿Qué sucederá conmigo ahora? —se intrigó por saber Levi, con la voz tensa, mientras observaba como Lobov era escoltado por la Fuerza de Guarnición..

Levi seguía sentado en el suelo. El cansancio físico y mental unido a la humillación y el timorato le impedían ponerse de pie. Se preguntaba qué pasaría ahora que Erwin lo había descubierto. ¿Le esperaría la muerte? ¿Iría al patíbulo de una vez por todas?

El comandante no se movió.

—Quedarás absuelto de todo cargo y mantendrás tu labor como capitán en la Legión de Reconocimiento.

La respuesta tomó por sorpresa a Levi, aunque evitó mirar a los ojos al comandante.

—He matado a muchas personas hoy.

—Lo sé, y no me interesa —soltó Erwin— Has actuado bajo las órdenes de tu comandante. Le acabas de entregar a la Corona uno de los contrabandistas y malversor de fondos más grandes de la humanidad. Esto servirá para calmar las aguas por la falta de información sobre el titán acorazado y colosal.

El capitán largó una risa estentórea, cargada de desdén.

—Por supuesto —dijo más para sí que para el comandante—. Esto tenía que beneficiarte de algún modo.

El capitán solo era capaz de ver las botas bruñidas del comandante.

—Un día, Sean vino a mi oficina a comentarme que estuviste averiguando sobre un antiguo colega tuyo. Temía que hicieras alguna tontería —explicó de pronto Erwin—. Por eso ordené a Mike y a Hange que te vigilaran. Mike no tardó en informarme sobre tu cambio de olor y la sangre que cubría tu cuerpo. El comandante Pixis también me pidió hablar después de la última expedición para decirme que te habían visto rondando en Utopía. Ya no puedes pasar desapercibido tan fácilmente, capitán.

Erwin se acuclilló, obligando a Levi a sostenerle la mirada. Los ojos de Erwin, indescifrables como siempre, lo escrutaban con una intensidad que hizo que el corazón de Levi se acelerara y que su estómago se retorciera en un nudo de nervios.

—No tardé en deducir a dónde te dirigías y qué planeabas hacer —continuó Erwin—. El comandante Shadis también tenía contactos en Karanes y vino a hablar conmigo, mencionando rumores de que Lobov estaba por allí. Mis sospechas se confirmaron cuando me entregaste el mapa de ruta a Karanes, que habías tenido en tu poder durante días. Sabía que vendrías aquí, Levi. Solo era cuestión de tiempo. Supuse que, si había un momento en el que actuarías, sería en tu día libre. Por eso te dejé la entrada libre, para que pudieras escapar.

Un silencio tenso formó entre ambos. Levi no sabía si sentirse un completo imbécil o arremeter contra el comandante con una furia desmedida. Optó por la primera.

—Gracias —dijo al final, con un tono cargado de sarcasmo y frustración—. Me siento como un estúpido.

Erwin se puso de pie.

—No te lo discuto —replicó—. Lo eres.

—¿Para qué quieres que siga en la Legión? —preguntó Levi, ignorando que su comandante acababa de decirle idiota—. No confiarás en mí otra vez.

Erwin no vaciló.

—Confío en ti —respondió con firmeza—. Te necesito y no puedo perderte, Levi. Eres un pilar clave para la liberación de la humanidad. ¿Te has visto a ti mismo? Te has enfrentado solo a una multitud de criminales y has salido ileso .

Levi se hubiera sentido halagado por las palabras del comandante si no fuera porque estaba demasiado furioso consigo mismo.

—Infeliz —murmuró, entre dientes.

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