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Nada había cambiado.

Regresar a la Ciudad Subterránea era como si el tiempo se hubiera detenido durante los dos años de ausencia del capitán.

La luz del atardecer se filtraba tenue por el socavón, y las antorchas mortecinas apenas iluminaban las sombras que se arremolinaban con los murmullos.

Los habitantes de los bajos mundos no estaban acostumbrados a la bulliciosa presencia de la Fuerza de Guarnición deambulando por las calles.

Sin embargo, Levi suponía que los subterráneos estaban al tanto del conflicto que estaba sucediendo en la superficie entre los rebeldes y las fuerzas de la humanidad. Muchos de ellos murmuraban por lo bajo y  los observaban con cautela y cierto recelo.

Desde la retaguardia, el capitán percibía el asombro y el miedo que flotaban en el ambiente como un globo de aire a punto de estallar.

Daba la impresión de que se dirigían  hacia una trampa mortal, y aunque Levi y sus compañeros actuaban con cuidado ante la posibilidad de una nueva emboscada, el capitán estaba seguro de que algo malo iba a suceder.

Las capas raídas de un marrón terroso, proporcionadas por el viejo calvo y borracho de Dot Pixis, habían resultado muy efectivas para que tanto Levi como Erwin se camuflaran entre los miembros de la fuerza, sin embargo, con cada paso que daban las entrañas de Levi se retorcían de los nervios.

Unos metros más adelante de la formación, se encontraban Erwin y Dot Pixis. Levi reconoció a la joven y parca Ricco detrás de ellos cuando su capucha se deslizó por accidente de su cabeza y la subió rápidamente. El claro color de su cabello resultaba inconfundible. Junto a ella, también estaba ese tal Hannes, quien le daba un suave codazo en las costillas como si estuvieran bromeando o riéndose de algo,  que el capitán estaba seguro de que solo Hannes encontraba gracioso.

De inmediato, Levi recordó el rumor que se había extendido por la villa varios días atrás. Según decían las malas lenguas, Hannes estaba sumido en una fuerte depresión por la muerte de una amiga que falleció durante la caída de la Muralla María y a raíz de ese suceso estaba intentando salir del alcoholismo. Y a Levi le dió la sensación de que, al menos en esta oportunidad, no estaba rojo como un tomate ni se tambaleaba sobre sus pasos

A medida que avanzaba por la ruta marcada por Paige, Levi vigilaba el panorama y reconocía algunos espacios y aromas, sin embargo, después del subidón de adrenalina, estaba prácticamente vencido por el cansancio.

El fervor de la batalla y la revelación de Paige habían consumido gran parte de su fuerza vital. Aunque consideraba que podría rendir mucho más, dado los enfrentamientos recurrentes contra los titanes, Levi llevaba días sin poder alimentarse bien.

El insomnio se había agudizado al punto de dormir tan solo quince minutos al día y ahora, repleto de magullones y heridas más profundas, infligidas por los proyectiles de los subervisos, Levi debía soportar el dolor muscular y las punzadas consecutivas que sentía contra sus costillas.

La ciudad subterránea olía a carbón quemado y a metales fundidos y, aun así, siempre había sido un témpano de hielo comparado con las temperaturas de la superficie...

Pero la piel del capitán ardía bajo los pliegues de su capa.

Desesperado por escapar de la opresión del sofoco, con movimientos torpes, Levi deshizo el nudo de su corbata y desabrochó el cuello de su camisa, manchada de sangre y tierra. Necesitaba aire fresco.

Los sonidos llegaban a él distorsionados, como si estuvieran encerrados en el interior de una inmensa estructura de diamante, pero estaban metros y metros bajo tierra y el diamante nunca existió en los bajos mundos.

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⏰ Última actualización: 17 hours ago ⏰

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