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El Fic está basado en el anime "Attack On Titan" de Hajime Isayama.

"La guerra es la obra de arte de los militares, la culminación de sus entrenamientos, el broche dorado de su profesión. No están hechos para brillar en la paz."

ISABEL ALLENDE, La casa de los espíritus.

*

Habían transcurrido cinco días desde la muerte de sus amigos y, desde entonces, Levi no había podido llorar ni una sola vez. Tampoco sabía cómo hacerlo. El duelo por la pérdida de Farlan e Isabel solo se manifestaba a través del desgano y la falta de sueño. Con suerte, lograba descansar cuatro horas diarias para estar lúcido durante las expediciones.

La culpa lo estaba consumiendo vivo. Al fin y al cabo, él había abandonado a sus dos mejores amigos a la suerte de ese titán y, cuando quiso ayudarlos, ya era demasiado tarde.

La bestia abrió y cerró las fauces muy rápido y un ruido crujiente, como de huesos rompiéndose, atravesó el aire. La cabeza de Isabel quedó estancada en un lodazal bajo la lluvia, mientras que el cadáver desmembrado de Farlan cayó de la boca del titán y se deslizó sobre la hierba húmeda.

Entonces lo sintió. Como un chasquido en su interior, una especie de chispa que encendió una furia desmedida, casi inhumana. El fuego se propagó hacia sus sentidos y todo se volvió caótico y eléctrico.

Con una fuerza indómita, enarboló las hojas metálicas de su equipo de maniobra y arremetió contra el titán. La bestia lanzó exclamaciones ahogadas, mientras Levi soltaba alaridos de ira y las cuchillas atravesaban la carne del titán una, otra y otra vez... hasta reducirlo a cenizas.

Sin embargo, ni siquiera después de matarlo, el remordimiento lo dejó tranquilo.

Si tan solo hubiera permanecido junto a sus amigos, Farlan e Isabel estarían vivos, y Levi no observaría con tanto desprecio a sus compañeros de tropa.

Como lo hacía en ese preciso momento.

Sentado en una mesa, apartado del bullicio, echaba vistazos esporádicos al periódico de la Capital, en cuya portada se leía: "Cruenta Expedición para la Legión de Reconocimiento".

A su alrededor, la sala estaba repleta. Se oía el tintineo de un sinfín de cubiertos y las voces en alto formaban una algarabía ensordecedora. En el fragor, la mayoría de los soldados lucían cansados, pero el agotamiento no les robaba los ánimos para bromear ni divertirse. Incluso parecían felices de estar allí, reunidos, compartiendo la cena en el comedor del recinto, con los muros alzados al otro lado de las ventanas.

—El capitán te está buscando —Levi reconoció la voz. Era Mike, el líder del segundo bloque. Se trataba de un hombre joven, de la misma edad de Levi, pero mucho más alto y gruñón.

Tan pronto lo escuchó, Levi no lo miró. Se encogió de hombros y pasó a la siguiente página del periódico extendido sobre su mesa. A su lado, descansaba una taza de té ribeteada de porcelana blanca. En el periódico, había una noticia acerca de una exposición de arte en Mitras.

—De acuerdo —respondió Levi. Con una exagerada parsimonia, estiró el cuello y le dio otro sorbo a su té.

—Quiere que sea después de la cena —gruñó Mike—. No seas impertinente con el capitán Erwin.

Levi alzó la mirada al tiempo que dejaba la taza de té sobre la mesa. Sus ojos rasgados y azules apuñalaron a Mike como dos cuchillas frías y filosas.

—No sabía que ahora respondía a tus órdenes, Mike.

El soldado de alto rango se removió en el lugar y su cabello rubio y apagado cayó sobre sus ojos verdes.

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