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Levi se había levantado con la orden del comandante Keith Shadiss. El hombre irrumpió al alba y dio a todos los presentes treinta segundos para cambiar y ponerse el uniforme de la Legión.

—¡Apúrense, soldados! —gritó el comandante—. ¡El desayuno se retirará en quince minutos!

Keith Shaddis, de unos cuarenta años, era escuálido, con escaso pelo castaño, y ojos inexpresivos y hundidos. Las arrugas ya habían comenzado a surcar su rostro, a pesar de que aún era lo suficientemente joven como para no tenerlas.

Hubo algunas protestas, pero los soldados se vistieron rápidamente y salieron en fila del barracón.

El recinto del cuerpo de exploración era un campo de entrenamiento cienoso y tapiado, expuesto al aire libre y dividido por diez barracones. También había un edificio principal de dos plantas para los rangos superiores, que incluía el comedor y un establo para los caballos. Estaba ubicado al este de la Muralla Sina, en el distrito Stohess. Se decía que antiguamente el cuartel había sido un castillo escondido dentro del distrito Utopía, detrás de la Muralla Rose, pero por razones desconocidas se trasladaron a Stohess.

Alrededor del recinto, formaciones rocosas enormes rodeaban los establos y abrían un sendero de tierra hacia el bosque, un entramado de árboles altos y empalados para los entrenamientos con equipo de maniobra tridimensional.

El viento tórrido del verano era sofocante, el sol ardía sobre la piel y el chirrido ensordecedor de las cigarras llenaba la vegetación. Los árboles y las rocas proyectaban sombras del tamaño de titanes.

Después del desayuno, Levi y sus compañeros se reunieron alrededor de un circuito de entrenamiento que Shadiss había preparado. Estaba dividido en tres etapas y cronometrado, diseñado para mejorar la resistencia física.

En la primera etapa, los soldados tenían solo dos minutos para arrastrar una pila de diez ladrillos atados con una soga a la cintura a lo largo de dos metros y medio. La segunda etapa requería el mismo tiempo para mantener el equilibrio sobre una estrecha tabla de madera de un metro, sin caer en el lodo.  Si un soldado caía, debía volver a empezar el circuito. La última etapa contaba con tres minutos para trepar una red, rodear dos postes de cemento izados y tomar unos banderines que debían lanzar dentro de un cajón.

Los tres ejercicios eran competitivos, y Shadiss dividió a los soldados en dos equipos: azul y verde. Después, advirtió que el equipo perdedor debía someterse a una tarea adicional como castigo. Mike y Erwin escoltaban a Shadiss a sus flancos.

A Levi le tocó estar en el equipo verde y ganó contra su contrincante, Fenrir Rei. Fenrir era uno de sus nuevos compañeros de habitación, pero rara vez coincidían.

Flaco y alto, con una despigmentación en el cabello y la piel que lo hacía blanco como la nieve, era un chico extraño y taciturno. Tenía un ojo marrón y otro azul, y una mueca de desagrado constante en la cara. Los reclutas no hablaban bien de él y solían murmurar y reírse a sus espaldas. A Levi no le importaba. No era su amigo ni tenía intenciones de serlo.

Tras la señal de Paige Stone, camarada de su equipo, Levi se echó a correr. Fenrir tenía una pequeña ventaja al principio, pero Levi confiaba en sí mismo. Sabía que era veloz y, si se apresuraba y manejaba bien su resistencia, podría vencerlo sin dificultades. Fenrir era ágil, pero Levi se consideraba más hábil y fuerte.

Se ató la soga a la cintura y comenzó a arrastrar el peso de los ladrillos con los pies. La pila era extremadamente pesada y soltaba exclamaciones de agotamiento mientras sus músculos se contraían. Avanzando por el circuito marcado, la respiración de ambos competidores se volvía irregular. Aún así, Levi logró alcanzar a Fenrir en la segunda etapa. Dejó la pila de ladrillos en el suelo y caminó por la tabla de madera, manteniendo el equilibrio sin ningún traspié. Su competidor tampoco falló y Levi continuó adelante.

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