7

798 120 24
                                    

-¡Vamos, Levi! ¡No seas aburrido! ¡Ven con nosotros! -le suplicó Conan, sentado a los pies de la cama.

Levi alzó más alto el periódico que estaba leyendo, ocultando su rostro detrás de las páginas. El joven se hallaba recostado sobre la cama y apretaba con sus escápulas un almohadón mullido que había colocado contra la pared.

-No tengo el más mínimo interés por acompañarlos -respondió.

-¡Oh, vamos! -exclamó Conan-. ¡Quiero divertirme un poco! ¡Mira la ropa que nos han traído de los barracones! -Levi lo miró por encima del periódico. El chico estaba recién bañado, olía a pachuli y vestía una camisa de mangas largas, ceñida y de color rojo, que hacía más rutilante su cabello y ojos oscuros-. ¡Esto es un velorio! Necesitamos tomarnos una buena cerveza para cambiar los malos aires.

-No tomo alcohol.

Conan se golpeó la frente con fastidio

-Eres más aburrido que Fenrir.

Levi bajó la vista.

-Me da igual.

-¡Tenemos que festejar! ¡Vas a ser nuestro nuevo capitán! -alegó Conan, como si fuese una locura no hacerlo.

-No tengo porqué festejar -contestó Levi, sin apartar la mirada de su periódico. Las noticias eran muy desalentadoras con respecto a la cantidad de muertos en Shingashina-. Y no sé cómo se han enterado de eso.

-Por Hange -espetó Sean.

-En verdad fue Moblit -enmendó Hunter.

-¡Sean, dile algo! -suplicó Conan.

El soldado suspiró.

-Si vienes con nosotros, iremos a una casa de té que tiene un montón de esas cosas raras que a ti te gustan.

De repente, Levi levantó la vista y escudriñó a su compañero por encima de las páginas extendidas del periódico. El súbito y aterrador interés por parte del joven dejó de una pieza a Sean.

Levi se percató de que él también estaba emperifollado. Se había peinado el cabello rubio hacia un lado con cera y llevaba puesto una camisa negra, con un pantalón blanco recto y suelto a las piernas. La herida de la frente aún persistía, por lo que continuaba vendado.

-¿Tienen filtros para colar las hebras? -preguntó Levi.

Sean se rascó la sien con nerviosismo.

-Sí.

Levi cerró el periódico de un palmazo y se incorporó de inmediato.

-De acuerdo -dijo, dejando el periódico sobre la mesita de luz-. Iré a bañarme.

Hunter exclamó un lamento de estupefacción. Él, al igual que sus dos amigos, lucía elegante. Tenía puesto una camisa blanca y desabotonada a la altura del pecho y unos pantalones de lino color beige.

-¡Pero si recién han pasado dos horas desde la última vez que te bañaste, Levi! -se quejó Hunter.

-No entiendo el punto -dijo Levi.

Hunter restregó su cara con las manos.

-¿Saben? -les habló a sus amigos-. No sufro por las exigencias físicas que nos va a impartir, sino porque seguramente nos va a obligar a ser unos maniáticos del orden y la limpieza como él.

Conan largó una risa burlona.

-Me hubieras dejado morir para eso.

-En ocasiones lo he pensado -le confesó Levi, y se dirigió al baño contiguo a su habitación.

VÉRTEXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora