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Al día siguiente, Erwin llegó a primera hora de la mañana. Su expresión no era de las mejores y Levi supo que, por la forma en la que el comandante presionaba sus manos alrededor del cuerpo y lo contraída que estaba su mandíbula, algo había sucedido.

Algo no muy bueno.

Levi aguardó a que los demás oficiales bajaran de sus caballos para acercarse a Erwin y preguntarle-: ¿Qué es esa cara de mierda? ¿Qué pasó?

Los ojos grandes y azules de Erwin se llenaron de pena.

-¡Lo siento, Levi! -lamentó, y colocó una mano en su hombro-. He perdido a dos de tus hombres.

El capitán Levi tragó saliva, sin decir nada en particular. ¿Qué iba a decir? Desde que asumió su cargo había intentado con todas sus fuerzas evitar la mayor cantidad de muertes posibles, pero era difícil. Muy difícil. Los titanes eran cada vez más y, aunque la Legión estuviese entrenando cotidianamente, superaban a los soldados en tamaño y cantidad.

-Tengo los nombres -le informó Erwin a Levi.

-De acuerdo -contestó el capitán-. Le diré a Sean que escriba una esquela a las familias.

-Lo lamento -dijo de nuevo el comandante.

Con el correr del tiempo, el vínculo entre Levi y Erwin se había vuelto más estrecho. No hablaban mucho ni tampoco se conocían en profundidad. Ambos eran bastante reticentes a mostrar emociones y juicios de valor, pero se respetaban mutuamente. Congeniaban bien y no tenían problema en trabajar el uno con el otro.

Aquel hombre impenetrable y obstinado, de cejas pobladas y pómulos robustos, se había transformado en alguien muy importante para él. No era un amigo, porque no podía considerarlo como tal, pero si una persona que le inspiraba una profunda admiración.

-¡Erwin! -De pronto, Hange salió del edificio principal y se precipitó a toda prisa hacia sus colegas. Moblit estaba con ella, apurando el paso para alcanzarla-. ¿Has podido entregar mi carta?

La chica se detuvo frente al comandante.

-Sí, Hange -expresó Erwin, con una media sonrisa-. Ya la he dejado en la corte.

Yahoo! -exclamó Hange, pegando un brinco-. ¿¡Paige, has oído!? ¡Tendré mi propio laboratorio!

La joven se encontraba a unos metros de distancia, junto al resto del pelotón. Al escucharla, Paige acomodó su caballo y agitó las manos en señal de calma.

-¡Hange, no te entusiasmes! -respondió, acercándose a su eufórica amiga-. Debes esperar las indicaciones de la Corte.

-¡Estoy segura de que van a aprobar mi pedido! -sostuvo la soldado, golpeando un puño contra la palma de su mano-. ¡Ay, estoy tan ansiosa!

-¡Santos cielos! -expresó Fenrir, apretándose las orejas. Había caminado hacia su capitán-. ¡Que ruidosa eres! ¡Con razón Moblit vive borracho!

El comentario pasó desapercibido para los soldados de alto rango, a excepción de Moblit que se puso rojo de la humillación.

-No soy ruidosa -dijo Hange.

Fenrir enarcó una ceja.

-Claro que lo eres.

Erwin se dirigió a Levi una vez más.

-Me presentaré con los novatos en el comedor -informó, cambiando de tema-. Y luego convocaré una reunión para comentar las novedades recolectadas.

El comandante se despidió de sus soldados y se marchó al interior del edificio principal. Mike, que ya había apeado su caballo, hubiera seguido al comandante sino fuera porque Hange lo interceptó por el brazo abruptamente.

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