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Erwin miró a Nile. El hombre que se hallaba sentado ante él tenía el gesto reconcentrado y las cejas fruncidas. El comandante continuaba imperturbable, pero la situación era demasiado incómoda.

Levi, Mike y Hange, detrás de Erwin, se lanzaban expresiones interrogativas. La tensión premiaba en la oficina y el silencio era tan abrumador que Levi escuchaba el silbido de su propia respiración.

-Entonces -empezó diciendo el comandante, clavando los codos en el escritorio y entrelazando los dedos-. ¿Qué es lo que quieres, Nile?

Nile aseveró aún más la rigidez de su rostro. Tenía un aspecto terrible, como si estuviera durmiendo muy poco. Había ojeras profundas debajo de sus ojos oscuros y llevaba el cabello negro despeinado y revuelto. El hombre, ya de por sí delgado, estaba consumido y se le marcaban los huesos de la cara.

-Quiero que me ayudes con esto, Erwin -alegó el jefe de la Policia Militar-. Han robado todas las armas de la Policía Interior. Estamos prácticamente desarmados.

-No creo que pueda -sentenció el comandante rápidamente-. El deber de la Legión es salvar a la humanidad de los titanes. Nuestro trabajo no se encuentra en su mejor momento. No hemos averiguado nada sobre el titán acorazado y colosal en estos dos años.

-Erwin, si no me ayudas la humanidad estará perdida -expresó Nile-. ¡Van a por el Rey! ¡Maldita sea! ¿Es qué no te das cuenta?

Nile saltó de la silla y golpeó la mesa con vehemencia. Levi y Mike se pusieron en estado de alerta. Hange, de pie junto a Levi, reaccionó velozmente. La joven cerró su mano sobre la muñeca de Levi para frenar el impulso del capitán. Estaba por desenvainar las hojas del equipo de maniobra. Ella lo observó de manera significativa y Levi la interpretó fácilmente: "cálmate y espera".

Erwin no se sintió intimidado por la actitud espontánea de Nile. El comandante continuó en su lugar. El hombre suspiró y volvió a tomar asiento.

-Creo que harán un golpe de estado -barruntó Nile, después de una larga pausa en la cual recobró la compostura.

La agorera teoría de Nile no alteró a Erwin.

-Supuse que en algún momento sucedería -la confesión sorprendió a Nile y a sus subordinados por partes iguales-. Las decisiones de la Corona no han sido muy acertadas últimamente.

-Son subterráneos -informó Nile-. No podemos entrar a la ciudad. Ha sido blindada por delincuentes.

Levi sintió un sudor helado recorrerle la nuca cuando Nile lo miró de forma acusadora. Hange soltó la muñeca del capitán y se enfrentó al Jefe de la Policía Interior.

-Si lo que insinúa es que el capitán Levi tiene algo que ver, lamento informarle que no es así -dijo la líder de escuadrón-. Él estuvo ayudando a sus hombres en el último ataque.

Nile la estudió con su mirada glacial y rasgada. Levi estaba reprimiendo las ganas de lanzarle una patada y decirle varias profanidades.

-No estoy acusando a nadie, señorita Hange Zoe -se excusó-. No dudo de que el capitán pueda ayudarnos a resolver esto lo antes posible. Sobre todo, teniendo en cuenta de que él proviene de ese lugar.

La manera peyorativa en la que Nile se refirió a la Ciudad Subterránea le provocó al capitán una risa visceral y sórdida que reprimió cuando Erwin habló con determinación.

-Nile, confío en mis hombres -expresó-. Agradecería que dejaras tus insinuaciones de lado. El capitán Levi ha mostrado lealtad a la Corona al entregar a Lobov. Lo sabes, ¿verdad? -El hombre afirmó con un movimiento de cabeza. Erwin cerró y abrió los ojos lentamente. Levi reconocía ese efímero gesto: estaba cansado y molesto-. Bien, Nile. Agre...

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