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Hoy mataré a Nicholas Lobov.

Levi se quedó en silencio; observando lo que acababa de escribir. Por fin haría justicia por la muerte de sus amigos.

El capitán cerró la bitácora que Erwin le regaló y dejó la pluma estilográfica de nuevo sobre el escritorio. Afuera, el amanecer se estaba asomando y la luz crepuscular atravesaba los visillos.

Levi sabía lo que significaba: había llegado la hora de irse. Se incorporó, abrió su alforja, en donde guardó dos cuchillos, la bitácora, una pluma y algo de dinero, y fue hacia su armario. El capitán se quitó el pijama para colocarse una camisa y un pantalón oscuro. Por último, ocultó su vestimenta con una capa amarronada que tenía una capucha bastante amplia.

Levi agarró el uniforme de la Legión y dobló cada prenda en dos para dejarlas sobre la cama, junto a su equipo de maniobras.

Cuando tomó la chaqueta, en el movimiento, algo cayó sobre sus pies y el capitán se inclinó para agarrarlo. Se trataba de la nota que Hange le había escrito hacía una semana atrás. Durante una breve fracción de segundos volvió a sentirla dentro de su habitación, curando la herida de su brazo y le tembló hasta el alma. "No quiero perderte a ti también", le había dicho.

-Lo siento, Hange -murmuró, y guardó la nota en el bolsillo de su pantalón.

Si las cosas salían mal y él continuaba con vida, al menos se quedaría con un retazo de Erwin y Hange. Conservaría como recuerdo la bitácora que le había entregado el comandante y la nota de la líder de escuadrón.

Esperaba que Conan, Hunter y Sean pudieran vivir mucho tiempo más tras la ausencia de su mandato. Ojalá Fenrir pudiera ocupar su lugar. El chico era al único que le veía gajos de liderazgo y el temple necesario para ser capitán.

Tomando coraje, Levi sostuvo la alforja y las llaves de su oficina. Sus reflexiones lo condujeron a imaginar a un Erwin decepcionado por su decisión y juzgándolo a través de sus ojos celestes. El comandante era una de las personas a las que probablemente más apreciaba y extrañaría dentro de la Legión.

Era difícil de definir qué tipo de sentimiento tenía Levi hacia él, porque el vínculo era más bien frío y protocolar, pero había algo, como una especie de apego, o conexión, hacia ese hombre que no podía explicar. El capitán engulló una bocanada de aire e intentó no pensar demasiado en Erwin.

Enfiló hacia la puerta, cerró los dedos alrededor de la manija de la puerta y dio un último vistazo a su alrededor. De repente, lo invadió una profunda nostalgia cuando contempló su uniforme prolijamente doblado sobre la cama. Su vida en la Legión pasó velozmente frente a sus ojos al igual que una obra de teatro.

Había creído que resultaría más fácil tratar con la posibilidad de abandonar la Legión, pero se equivocó. Le dolía irse de lo que por un tiempo fue su única razón de ser. Su único hogar. El comandante le había dado un sentido a su vida y sus compañeros lograron ablandar su corazón.

Levi negó con la cabeza. La imagen de Farlan e Isabel hizo dejar atrás todo tipo de sentimentalismo. La confianza volvió a manifestarse en él y continúo con lo suyo. Abrió la puerta y se fue de su oficina ante la posibilidad de decirle adiós para siempre al capitán Levi.

El joven caminó a hurtadillas por el edificio principal hasta los establos, agarró a su yegua y la montó. En la entrada, no había soldados. Se encontraban en el intercambio de guardia. El capitán aprovechó y mirando primero hacia la derecha, luego a la izquierda, trotó y abrió la puerta. Una vez en el exterior, cerró la entrada con sumo cuidado y empezó su viaje hacia Karenesse.

Avanzado unos 200 kilómetros, visualizó a Benton sobre su caballo, nervioso y lanzando miradas alarmantes hacia todas direcciones. Cuando el hombre vislumbró a Levi, su mueca de pánico acrecentó, bajó de su caballo y corrió en su dirección.

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