VÉRTEX

9

"-No soy un soldado.
-Claro que no, eres un arma."

De la película: AL FILO DEL MAÑANA

Año 846, un año después de la caída del Muro María.

Una vez que las tropas de Erwin y Hange partieron hacia la próxima expedición, Levi aguardó la llegada de sus nuevos soldados.

Alrededor de la media mañana, se oyó el traqueteo de las carretas y el repiqueteo de los cascos aparcando en el recinto. La excitación por parte de los jóvenes fue tan ruidosa que obligó al capitán a asomarse por el ventanal de su oficina. Desde el primer piso del edificio principal, Levi atisbó a los soldados que habían arribado al perímetro. No eran muchos y se dividían en dos grupos: los que estaban entusiasmados y los que morían de miedo.

Después de bajar sus maletas, la líder de escuadrón Hange Zoe fue la primera en recibir a la multitud. La mujer los esperó con los brazos abiertos y una expresión amistosa y sincera. Erwin le había pedido algunos subordinados a Hange y a Levi para una misión de reconocimiento, pero les prohibió a ambos acompañarlo en caso de que la expedición fallara.

-La tropa número 100 ha llegado -anunció Sean, husmeando por el ventanal a través de los visillos-. ¡Vaya! ¡Creí que serían muchos más!

Los reclutas no tardaron en ponerse uno detrás del otro en un total de cinco largas filas paralelas. Hange, de pie sobre una tarima, empezó su parloteo acerca de la responsabilidad que significaba ser miembro de la Legión de Reconocimiento.

-Luego de lo sucedido en Shingashina, todos tienen miedo de arriesgar su vida -dijo el capitán, sin mucho interés.

Sean soltó aire con frustración. A comparación del año anterior, lucía más maduro, robusto y con los músculos bien tonificados por los entrenamientos intensivos que Levi le impartía. Había empezado a cortar su cabello de tal forma que apenas le caía sobre la frente y sus ojos celestes y poblados de cejas, aún más rubias que su cabello, se veían nítidamente. Llevaba unos papeles en la mano que se los tendió a su superior.

-Capitán -dijo-. He revisado el terreno de Shingashina como me ha pedido y, efectivamente, si salimos de Karanese hacia el sur podríamos hallar una ruta segura para las expediciones.

Levi tomó los papeles que trazaban líneas verticales y horizontales sobre el dibujo de un mapa en blanco y negro. Los dejó sobre su escritorio.

-De acuerdo -concedió-. Se lo comentaré a Erwin tan pronto regrese.

Sean movió ligeramente la cabeza y preguntó-: ¿Tienes idea cuando volverá el comandante, capitán?

-Mañana por la mañana.

-Supongo que dejarán los caballos y dormirán en los árboles -concluyó Sean, y le echó un vistazo a los novatos nuevamente-. Por eso le ha pedido a Hange que reciba a los nuevos reclutas. Es buena animando a la gente. ¿Tú irás?

-¿Acaso tengo otra opción? -repuso Levi.

El capitán y Sean salieron de la oficina al rato. Levi cerró la puerta con dos vueltas de llaves, que guardó posteriormente en el bolsillo de su pantalón. Se anudó la capa al cuello y se dirigió al rellano. Hunter y Conan, que estaban allí limpiando, se pusieron blancos del pánico al ver a su capitán.

-¡Capitán! -gritó Conan, en postura recta. Tenía el cuello estirado y la mano cerrada alrededor de un escobillón-. ¡Hemos limpiado todo el edificio como se ordenó!

Al escucharlo, Levi pasó la mirada por el rellano y se acercó a la barandilla de la escalera. Conan temblaba como una hoja, mientras que Hunter contemplaba la escena con aburrimiento y también resignación.