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Encontrando problemas

De nuestra llegada apenas y han pasado un par de horas, ya ha terminado de oscurecer y aunque es muy temprano la noche recién comienza.

Mi cerebro buscó tan desesperadamente un mecanismo de defensa contra mi entorno, que acabó por adoptar lo primero que se le puso enfrente.

La solución fue alcohol, y aunque estoy en perfectas condiciones he bebido lo suficiente para dejar de pensar en mis inseguridades y convivir con los demás sin conflictos conmigo misma.

Mientras estoy tranquilamente sentada, Belcebú se aleja unos pasos, noto que va a quitarse la chaqueta y no desvío la vista como siempre.

En el intento la prenda de abajo sube con la que quiere quitarse, y aunque logra separarlas le he visto parte del abdomen desnudo.

Y noto algo que no había visto antes a pesar de haberlo tenido desnudo enfrente.

Pero supongo que no lo había visto por siempre intentar evadirlo.

Tiene una cicatriz bastante centrada en el abdomen, aunque ligeramente cargada hacia su costado izquierdo. La línea no parece protuberante a pesar de ser bastante ancha, y mide cerca de quince centímetros de largo.

Luego de acomodarse la ropa y dejar la prenda junto a la de Archer, se acerca de nuevo.

La duda acerca del origen de esa marca comienza a abrirse paso en mi cabeza, y en segundos ya domina la mayor parte de mis pensamientos.

—¿Cómo conseguiste esa cicatriz? — pregunto algo bajo para que solo él me escuche.

—¿Qué cicatriz?

—La del abdomen.

Veo que desvía la vista e intuyo que comienza a buscar maneras de evadirme.

—Es una larga historia.

—¿Y no tenemos demasiado tiempo y poco que hacer?

—No suficiente — niega.

Supongo que ha peleado muchas guerras, y esas guerras han traído marcas de por vida en él, sin embargo la manera en la que intenta evadir los recuerdos de ésa en específico me dice que no solo le ha dejado la piel marcada.

—Tiene que ver con la rebelión, ¿no es cierto? — pregunto sin siquiera detenerme a pensar, pero mi estado de ebriedad lo que menos desea es pensar.

—¿Por qué tendría que ver con eso? — pregunta adoptando una postura más defensiva.

—Porque supongo que eres alguien que ha participado en demasiadas guerras como para tener las cicatrices suficientes en el cuerpo, y por eso mismo dudo que te cueste trabajo hablar de cualquier otra, eso significa que la que he visto tiene un buen motivo para no hablar de ella.

—Eres muy inteligente, pero tu intuición no lo es todo.

—Sabes que no estoy equivocada.

—Y tú no sabes una mierda — apunta bastante hostil, lo que mi instinto de supervivencia identifica como un foco rojo del cual debo huir.

—Igual que tú, pero aún así no te abstienes de opinar.

Me levanto de donde estoy y salgo del lugar sin esperar más.

Me adentro en el mar de personas y avanzo conforme el movimiento de todos me lleva.

Estoy lo suficientemente sobria como para mantener de pie, pero lo necesariamente ebria como para no saber cómo salir de aquí.

Tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora