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Decepciones

Después de la advertencia por parte Lucifer acerca de su hermano, la idea y palabras no han parado de dar vueltas en mi cabeza y no me dejan estar en paz.

¿Pero qué me pasa?

De todas formas Belcebú y yo no tenemos nada en absoluto, no hay una relación seria ni algo parecido.

Quizá tengamos una clase de encuentros, pero no significa nada y eso es suficiente para que me deje estar tranquila de una vez y no me sienta mal en vano.

Me encamino hacia el ascensor en silencio y sin esperar al demonio, sólo quiero llegar a la habitación y darme un baño para quitarme la arena y sal del mar, ya que ni siquiera pudimos darnos una ducha antes de regresar al hotel, pues se nos hacía tarde para la práctica.

Me veo obligada a detenerme mientras el elevador llega abajo, y eso le da tiempo suficiente a Belcebú para llegar.

—¿Te encuentras bien? — pregunta, y nuevamente tengo que obligarme a fingir.

—Sí, pero muero por darme una ducha.

—Eso suena divertido — piensa pícaro, y no puedo permitirme el lujo de seguir con los deslices hasta que no decida si alejarme o no.

—Hola, tórtolos — saluda Zarah.

—Para serlo hay que estar enamorados, así que siento decepcionarte — contesto. Y mi respuesta hace que el demonio me mire desconcertado.

—Uy, que genio... — piensa ella, y sí, realmente no estoy de mucho humor para soportarla —. En fin, estoy buscando gente que quiera ir a un club esta noche, ya varios se apuntaron al plan y no quiero dejarlos fuera.

—Que considerado de tu parte — admiro bastante pesada —. Pero yo estoy fuera.

—¿Y tú, Bael? — el chico me mira a mí y yo prefiero darle la espalda.

—¿Por qué no vamos? — propone intentando tomarme de la mano, pero le rechazo enseguida.

—Deberías de ir, seguro que será divertido — aliento.

—Así es, Bael, será divertido — asegura Zarah en sus intentos desesperados por conseguir que le presten un poco de atención.

—Tal vez — responde.

Para mi fortuna las puertas se abren y el ascensor está vacío.

Entro rápidamente para deshacerme de las insistencias de Zarah y sus amigas, y cuando veo que el demonio está próximo a entrar decido ayudarte a la chica.

—Sí, Bael, ve — insisto empujándole del pecho para dejarlo fuera, y literalmente lo echo a los brazos de la castaña —. Te divertirás mucho con Zarah.

Las puertas comienzan a cerrarse y lo último visible es su rostro confundido y con el ceño fruncido.

Suspiro e intento mantener mis emociones neutralizadas aunque estoy que me lleva el carajo.

Me siento enojada, decepcionada y casi defraudada.

Eso solo por el engaño del demonio.

Pero la ira me gobierna al pensar que lo he dejado con la víbora de Zarah, y lo peor es que estoy segura de que va a ir a ese puto club.

Sí, claro que es mi culpa, yo lo aventé a los brazos de la chica con premeditación, alevosía y ventaja. Por eso mismo estoy molesta conmigo y no con él.

En cuanto llego al piso indicado salgo como bólido del elevador y voy hasta la habitación. Casi arranco la puerta al abrirla y la azoto con fuerza cuando estoy dentro.

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