46

604 82 8
                                    

El juego

Este jueves he amanecido con las ansias al tope.

Hasta a mí se me hace rara la repentina vida social que tengo, pero hoy hay algo que presiento es importante.

Hay una fiesta con los nefilim, pero ayer escuché algo sobre esta noche, algo acerca de un juego.

Dicen que te pone a prueba, a ti, a tus miedos... quién sabe. No he podido hacerme una idea demasiado definida, pero quiero asistir.

—¿Ya tienes nuevo novio? — pregunta Archer curioso y picaro.

—No, Arch, no tengo novio — niego.

—¿Entonces debo sentirme desplazado porque tienes un nuevo mejor amigo? — aquí viene el rey del drama.

—No, Archer, Caín no es mi mejor amigo, ese sólo es tu puesto — aseguro.

—¿Y Bael? — al oír el nombre miro para todas partes asegurándome de que no ande cerca, pero ni él ni sus hermanos han llegado al salón todavía.

—¿Él qué?

—¿No piensan volver?

—Por lo visto no.

Que más da, al parecer ya nos superamos.

—Vaya cosa, ¿al menos terminaron por algo contundente o de importancia? — pregunta.

—¿Sabes algo? Bael es un idiota sin remedio, todo fue una ridiculez, un acto de celos tontos por su parte.

—No me sorprende.

Hablando de, Belcebú entra al lugar, tiene rodeada por los hombros a Zarah y se pavonean como si fueran ma pareja modelo.

Detrás de ellos vienen los dos demonios, no muy contentos, e incluso ignorando (o intentando) las actitudes de su hermano.

Genial.

—Hola, Aradia — y por si fuera poco la víbora me saluda.

—Buenos días, Zarah — saludo muy dulce.

—¿Cómo te encuentras hoy?

—De maravilla — eso era real hasta que mi aire se llenó de Zarah.

—¿Hiciste la tarea de historia? — cuestiona.

—Sí.

—Te tengo una buena y una mala notica — informa —. ¿Cuál quieres oír primero?

—La que gustes.

—Bien. La buena es que tengo tarea de historia, la mala es que tú no — y con eso extiende una mano hacia mí, en espera de que entregue mi trabajo.

—Yo te tengo una mala noticia — infiero, y tomo su mano para darle un tirón y acercarla a mí —. Ya no hago tareas gratis.

Jala de su brazo y la libero sin impedimentos.

—¿Quieres que esto sea de una manera difícil? — noto que está un poco confundida de mi repentina negación, pero intenta mantenerse arriba.

—¿Tú quieres que sea de esa forma? — cuestiono relajada.

—Dame tu tarea — ordena.

Por un segundo me quedo quieta, sin embargo tomo mi mochila y saco una carpeta plástica con las hojas dentro.

—¿La quieres? — pregunto.

—Ahora — enfatiza.

Me pongo de pie, doy un par de pasos hasta queda junto a su banca y con ella frente a mí, miro la tarea y pienso de nuevo.

Tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora