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Los obsequios

Siento que el mundo se derrumba cada día que pasa y todo se ha convertido en un gran y comunitario lío.

El baile de fin de año es dentro de casi dos semanas, eso tiene al campus enloquecido, lleno de quejas por parte de las chicas que siguen sin pareja. Gritos enloquecidos de las que ya tienen una, y algunos suspiros pesarosos de los que queremos seguir asistiendo al lugar para los fines originales y alejados del baile.

Por otro lado, los asesinatos no han cesado. Hasta la fecha ya van seis víctimas, y el terror es palpable en los alrededores del lugar donde han ocurrido.

Caín y yo nos hemos hecho más cercanos, y aunque Archer ha preferido no intervenir y pasar el rato con los demonios cuando yo estoy con el nefilim, no puedo parar de reír cuando mi amigo me cuenta la manera en la que le provoca celos a Belcebú.

Respecto a él... mentiría si dijera que me botó y se marchó. Confieso que hizo un solo intento por arreglar las cosas, sin embargo me sentía muy ofendida por la manera tan inmadura en la que terminó conmigo, además de tener muy claro que no soy juguete de nadie, y por lo tanto, no merezco que jueguen conmigo.

Así que he rechazado su intento, y ahora tengo que soportar verlo diario con una chica diferente.

En cuanto al detective, los últimos acontecimientos cercanos a mi casa han hecho que el chico pase la mayor parte del tiempo allí, y he aprovechado eso a mi favor para acercarme a él tanto como me es posible.

Lo sé, debería dejar que Belcebú recupere su estúpida cadena él solo, pero le prometí ayuda y sé cumplir mi palabra.

Además, estoy preocupada por él. No hemos hablado demasiado, pues hemos estado más orgullosos de lo habitual e intentamos no tener contacto a pesar de lastimarnos a nosotros mismos. Pero sé que su salud no va del todo bien, y el tiempo que ha pasado aquí y sin su cadena ya le está cobrando factura.

Aunque la clase comenzó hace diez minutos, nadie presta atención, todos tienen sus propias pláticas y nuestro profesor está sentado muy cómodo en su escritorio mientras lee "viaje al centro de la tierra".

No lo culpo, quién quiere estar en este jodido salón cuando puede estar viendo dinosaurios bajo tierra.

Alguien entra al salón. Se me hace un hueco en el estómago y no vomito solo porque no tengo nada en el.

La pésima combinación de este miércoles es ver a Belcebú con Zarah del brazo.

Estoy que me hierve la sangre. Me siento decepcionada, celosa y molesta.

—Ojalá den las doce para cuando vuelva a abrir los ojos — pronuncio en voz baja, más para mí que para cualquier otro.

—Siguen siendo las nueve de la mañana — informa Belial a mi lado.

—Lo intenté.

Caín entra al lugar entonces, consiguiendo animarme y dejar de lado el reciente desagrado.

Se sienta dos sillas delante de mí, echa a un vistazo a todo y me ve después. Hace un gesto con la cabeza señalando a la salida, dejando claro sus intenciones en cuanto a que nos marchemos y esperando que responda.

—¿Puedo mostrarte algo? — Belial llama mi atención antes de que le de una respuesta al rubio.

—Claro.

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