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Dioses

—Es admirable que al menos no te has vuelto loca por la noticia — opina Belial.

—De un tiempo acá ya no me siento sorprendida por mucho — confieso.

Y aunque es cierto, un sentimiento confuso permanece en mi interior. No es algo desagradable o incómodo, pero tampoco es precisamente agradable.

Es una molestia más bien.

Esa que le da el poder a mi mente para que mi vocecita interior joda una y otra vez con la misma palabra: no eres alguien normal.

Pero no puedo preguntarme más que, ¿cómo de ser alguien común y corriente acabé teniendo cercanía con demonios? Y peor aún, terminé teniendo parentesco con ellos.

Y por si eso no fuera lo suficientemente impactante, el parentesco lo tengo con Lucifer.

Ahora mi inquietud es esa, sobrellevar la situación es difícil.

—Hay algo que no comprendo — hablo —. ¿Por qué si ellos dos son tus hermanos yo sólo soy hermana tuya? — me dirijo plenamente a Lucifer que comienza a inspeccionar las cosas que permanecen en mi escritorio.

—Bueno, en realidad también lo son — mala pregunta, ahora también tengo que cargar con el recargo de conciencia de haberme acostado con mi hermano.

—La diferencia es que ustedes dos comparten madre, nosotros no — esclarece Belial.

—¿Madre? — apunto, pues hasta donde mis nulos conocimientos angelicales llegaban, no sabía que un ángel tuviera madre.

—Es un tema complicado — piensa Belcebú.

—Nuestro padre siempre creó a sus hijos — interviene el rubio —. Los creó solo, con sus propias manos — y con las suyas y una fricción rápida aparece fuego entre ellas —. Pero tú y yo... fuimos más especiales, no nos hizo solo, no con sus manos, no como al resto.  

—Les buscó una linda mami — se burla Belcebú dándole un ligero codazo a Belial con complicidad.

Lucifer le dedica una mirada asesina al demonio y borra su sonrisa.

—Bueno, no es novedad que por esa razón fui el favorito de papá — presume con superioridad.

Los otros dos intercambian miradas y ruedan los ojos después.

—Bueno, favorito, temo que caíste junto con los ordinarios — denota el castaño.

—En realidad los ordinarios caímos junto con el favorito — corrige Belial y comienzan a reír.

—Bueno ya basta — ordena alzando la voz —. Suficientes bromas por hoy.

—El punto es que nacieron del vientre de una mujer y tienen una madre, dos cosas que los ángeles comunes como nosotros dos fuimos, no tenemos — termina la idea Belcebú.

Algo brilla sobre el cuello de Lucifer y al instante toca el lugar frunciendo el ceño.

—Hay problemas — avisa y noto que la cadena que me cuelga del cuello centellea.

Belial se pone de pie al instante y se acerca a su hermano, y aunque Belcebú se para solo les mira tenso.

—Volveremos — asegura el rubio —. Encárgate de cuidarla y no meterte en problemas.

Y ambos desaparecen tan rápido como siempre.

—¿Siempre lo supiste? — pregunto.

—¿Qué cosa?

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