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Amante de problemas

Por más que Belcebú me promete tener todo bajo control y asegura un éxito para nosotros, la parte miedosa de mi interior se niega a creer que las cosas serán tan fáciles.

El profesor Benzon ha dicho a toda la clase que aceptará únicamente cinco cambios en parejas, y para eso, los cuatro alumnos en cuestión deberán estar de acuerdo de intercambiar lugares con otro.

Eso significa que para que consiga cambiar de pareja, Christian tiene que estar de acuerdo, y ya que Belcebú se ha ofrecido para que vaya con él, Zarah también tendrá que estar de acuerdo.

¿Quién será más imposible de ceder?

—Zarah — llamo un poco nerviosa y el demonio permanece sentado cerca de mí.

—¿Qué se te ofrece, animalito de la creación? — su voz es dulce, pero es claro que es una burla total hacia mí.

—Necesito charlar contigo — respondo sentándome en una silla vacía que está cerca y la pongo a su lado.

—Eso suena sospechoso.

—No hay nada malo detrás de esto — aseguro.

—Bien, dime.

—Por donde empiezo... — suspiro —. Sé que vas a tomarte esto de mala manera, pero espero que comprendas lo que ocurre.

—¿Sí?

—Necesito cambiar de pareja — suelto muy directa —. Y créeme, quisiera pedírselo a Archer, pero está tan feliz con Daisy que simplemente no puedo pedirle que se sacrifique de esa forma por mí. Y Bael es el único candidato que me queda, créeme, sé lo personal que parece esto, pero en verdad, si pudiera dejaría que siguiera contigo, después de todo tener a Bael como compañero de equipo es un trabajo de niñera de tiempo completo.

—¿Quieres que deje a Bael y ya?

—Yo sé que ni siquiera estás dispuesta a eso, pero yo... — no puedo animarme a decir una sola cosa sobre mi problema con Christian —. La pareja que me eligieron para mí es peor que haberme entregado a Godzilla.

—No estarás haciendo esto porque te niegas a que consiga mi propósito con Bael... — sugiere mirándome con los ojos entrecerrados como si pudiese leer mi mente para adivinar mis verdaderas intenciones.

—Por favor, Zarah, te aseguro que si mi pareja fuera otra persona dejaría que él durmiera hasta en la misma habitación que tú — por supuesto que nunca permitiría eso, pero tiene que sonar convincente —. Además, Bael es como un niño de preescolar al que no puedes soltar de la mano si no quieres un final trágico en la vida, y... tampoco es el ser más inteligente que he conocido — susurro, aunque sé que me está escuchando y él sabe que solo es una mentira.

—Pues... no lo sé — duda dándose su máxima importancia para que le ruegue.

—Vamos, Zarah, Christian no le pide nada a Bael— el hecho de que sea un maldito violador no le quita el físico de ensueño, y estoy segura que la chica con él no corre peligro por dos sencillas cosas: 1. Estoy segura que el maldito va a estar más ocupado hallando formas de acosarme que de prestarle atención a ella. Y 2. Si él quisiera tener sexo no necesitaría de obligarla para conseguirlo.

—Pues sí, son tipos completamente diferente pero con lo suyo bien ganado — reconoce y su expresión me da muchas esperanzas.

—Sí, lo son.

—Bien, acepto — y casi me pongo a brincar de la felicidad —. Con una condición.  

Bueno no iba a ser tan fácil de todas formas.

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