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Nombres para monstruo

—No me estás entendiendo — su voz casi comienza a ser desesperada —, esa cadena es mi vida, ¿puedes comprenderlo? ¡Mi vida!

—Pues tu vida se te olvidó en el cementerio.

Me mira con mala cara y me obligo a no reír de mi comentario.

—Necesito recuperarla.

—Pues eso es algo imposible.

—¿Por qué es imposible? Esa cadena no es suya, deben regresarla, no tienen derecho a quedársela.

—Esto es más complicado, no es como si alguien se hubiera encontrado tu cadena en la calle y tiene la obligación de regresarla. Ahora es evidencia de una investigación oficial, no hay forma humana de recuperarla.

—Eso es excelente, porque no soy un humano.

Y la reafirmación de ese detalle me pone los nervios de punta un momento.

—Era un decir.

—Necesitamos encontrar una forma para recuperarla.

—¿Necesitamos? No, pequeño monstruo, necesitas.

—No puedes darme la espalda.

—No estoy dándote la espalda, ya te he ayudado demasiado. No puedo meterme en problemas por ti. No en más.

—Aradia, quizá no comprendas de verdad lo que pasa. Sin esa cadena soy prácticamente un mortal, es cuestión de tiempo para que algo grabe pueda ocurrir.

—Hmm, cuéntame más — pido interesada y el chico suspira sentándose en la cama.

—Cuando nos echaron de Edén nuestro destino era el infierno. Estábamos conminados allí, esperando el día del juicio para poder salir al fin, aunque sólo fuera para saber lo que pasaría con nosotros. Pero ninguno estaba dispuesto a pasar la eternidad ahí, así que nos las arreglamos para conseguir una forma de ser libres.

—¿Y tu cadena es lo que consiguieron?

—Se llaman Torkaly. Todos tenemos una, todos los caídos.

—¿Y no puedes hacerte otra?

—No — niega mirándome con el ceño fruncido —, no se puede, ¿cómo lo supones siquiera?

—Yo cómo voy a saberlo, para mí sería una simple cadena.

—Díganme que no está hablando en serio — musita pellizcándose el puente de la nariz. 

—Bien, bien, ya entendí.

—Necesito recuperarla.

—Sigue siendo imposible.

—Pero...

—Sé que acabas de contarme la historia y te agradezco la confianza para haberlo hecho, pero yo no soy la que decide si darte la cadena o no. No está en mis manos, soy una simple mortal sin injerencia alguna para recuperarla.

—Pero a pesar de ello comprendes que mi vida depende de ella.

—Lo entiendo perfectamente. Y créeme que si pudiera te la daría de vuelta, pero no puedo hacerlo. Es más, ni siquiera sé en donde la tienen.

—Dijiste que la tenía la policía.

—La policía es sólo una forma de llamarle al conjunto del cuerpo judicial de personas que se encargan de la ley. No es una sola persona, tonto.

Tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora