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La salida

El viernes ha llegado, y aunque el inicio del fin de semana suele ser agradable, este día ha comenzado mal.

Luego de una no muy agradable discusión matutina con Belcebú, ambos nos marchamos a sitios diferentes y no nos hemos vuelto a cruzar en todo el día.

Su hermano favorito se ha marchado con él, y Belial ha venido a la escuela conmigo bajo el pretexto de que piensa que alguien debe cuidarme mientras.

Luego me confesó que era una mentira pero a veces era necesario darse un descanso de sus hermanos insoportables.

—¿Sabes? — hablo bajo —. Él me parece... extraño — me refiero a Caín —. Hay algo raro con él.

—Lo hay — confirma despreocupado —. Los génesis siempre son iguales.

—¿Los qué?

—¿Belcebú no te explicó?

—No, sólo dijo que me alejara de él y no tuviera contacto o relación alguna.

—Ah... Belcebú.

—Sí, el mismo — confirmo —. ¿Puedes explicarme algo de lo que tu hermano no?

—Verás — comienza irguiéndose en la silla —. Caín no es...

—Un humano — propongo.

—Sí, eso mismo — confirma para mi pesar, pues ya me había gustado la idea de conocer a alguien que no fuera diferente —. Es un nefilim génesis. Eso significa que es el hijo directo de un caído y una humana. ¿Entiendes?

—¿Quieres decir que es hijo de un ángel?

—Yo más bien diría un demonio — opina.

—¿Por qué Belcebú no quiere que tenga contacto con él?

—Escucha... él y Lucifer no son los dos demonios más humildes que puedas encontrarte. Son algo elitistas y clasistas aunque no lo creas, y... bueno, las razas impuras no son de su agrado. Yo lo sé, es ridículo, y son razones sin fundamentos que no tienes que obedecer en realidad.

—¿Tú crees?

—Yo lo hago de vez cuando — confiesa.

—Él me causa incertidumbre — retomo mirando en dirección al rubio con aspecto salvaje de unas bancas adelante.

—¿El nefilim? — asiento —. Sí, suelen ser presuntuosos y cautivantes. Son llamativos por naturaleza.

—Pero esto es diferente, él... es como si supiera algo que yo necesito saber. Hay algo en su interior que no hace más que atraerme hacia sí...

—Acércatele — soluciona.

—¿Acercarme? — creo que esperaba algo diferente a ello. Una amenaza, una orden de alejamiento, cualquier cosa que me hiciera mantener mi distancia con el rubio.

—Sí, hazlo — confirma —. Quizá eso te sirva para darte tranquilidad.

Yo veo al tipo como alguien que puede darme cualquier cosa menos tranquilidad. No sé, un kilo de droga, o un arma al menos.

—Saldré un momento — decido al no saber que decisión tomar y prefiero salir al baño a despejarme o pensar a solas al menos.

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