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Planes

Miro el reloj ansiosa mientras el salón permanece vacío.

La repentina aparición de los ángeles ha provocado que los demonios tomaran nuevas decisiones.

Y ahora Lucifer y Belial se han mudado al departamento de mortales de su hermano.

Y sí, se ha hecho un desastre.

Si casi muero en el intento de cuidar a Belcebú, tener que hacerlo con otro dos más es terrible.

Y ahora sólo espero que entren al lugar, pues según las cosas, Belcebú iba a darles una rápida guía acerca de lo que deben y no hacer aquí.

La puerta se abre, miro en su dirección esperando encontrarme con los demonios.

Pero el único ser infernal con el que me encuentro esa bestia de rizos dorados que aún tiene bien puesta su máscara de ángel para poder cazar a sus presas con facilidad.

Por si fuera poco tener a Christian cerca, el escenario es perfecto para ser una escena del crimen.

Estoy completamente a solas con él, y dado que ya ha dejado muy claro que es un psicópata, me quedo tiesa donde estoy mientras le miro actuar.

Mira todo alrededor evitando por completo pasarme la vista encima. Fingiendo que busca un lugar vacío entre las treinta bancas sin dueño del lugar.

Y como era de esperarse, acercándose a donde estoy al fin.

Debo confesar que ya no me causa el mismo terror despavorido de antes, ahora sólo me siento alerta y un poco tensa al tenerlo cerca.

—Buenos días — saluda seductor, algo que para mí suena de una manera más amenazante y peligrosa —. ¿Cómo amaneciste este día, linda Ari?

—No me llames Ari — ladro mientras él se sienta a mi lado.

—¿Por qué no? Es un apodo de cariño, y yo te lo digo con mucho cariño — suaviza su voz, haciéndola sonar aterciopelada y dulce, pero para mí se siente como algo amargo y lleno de espinas.

—Si has venido a jugar te recomiendo que esperes, Bael no tarda en llegar, y no viene solo, seguro que te hace bien hacer nuevas amistades.

—Yo no quiero amigos, sólo una divertida partida de mi juego contigo.

Antes de que su voz consiga ponerme tensa, Christian suelta su primer ataque.

Se ha parado de golpe de la silla, empujando ésta hacia atrás contra el resto de la fila y llegando frente a mí en un segundo.

Una de sus grandes manos toma mi rostro con violencia, arrancándome de donde estaba y arrinconándome contra la pared.

Si Belcebú no llega pronto este idiota me mata.

Mientras me debato entre intentar salvar mi vida o esperar que un milagro lo haga por mí, le suelto un rodillazo en la entrepierna.

Empujo al chico del pecho alejándolo de mí, sin embargo su tiempo de recuperación es fugas y lo tengo listo para el ataque en segundos.

Lo veo listo para golpearme, y solo se me ocurre resguardar mi rostro entre mis brazos.

Oigo que ha soltado el golpe, sin embargo sigo intacta, y la idea de ver a Belcebú aquí me pone los nervios de punta.

Alzo la cara.

Como lo creí alguien ha salido a mi rescate, pero éste sujeto me es desconocido.

Tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora