Capítulo 1: El compartimiento de la discordia.

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Narra Adeline York:


Era mi último año en Hogwarts, no veía la hora de llegar al anden 9 y ¾.

-¡Corre, mamá! -le grité a mi madre que estaba como a veinte metros detrás de mí. ¿Es que no entiende mi apuro?-

-Tranquila, cariño. -dijo alcanzándome. Yo no dejé de caminar y pasé por el andén. Como todos los años, había un increíble movimiento de gente que se despedía, lloraba y abordaba al tren. Amigos que se reencontraban y niños de primero que no querían soltar a sus padres- ¡Santo cielo! -dijo mi madre apareciendo por detrás- Siempre detestaré pasar por esa cosa. -se agarró el estómago- Me revuelve todo. -hizo una mueca-

-Casi llegamos tarde. -protesté y busqué a Daisy y Melissa con la mirada. Son las mejores amigas de todo Hogwarts-

-Lo siento. Me retrasé llevando al gato al veterinario. -miré la jaula en donde tenía al pobre Clifford-

-No digas palabras raras para los magos, mamá. -dije con discreción. Olvidé decir que soy hija de muggles-

-Me importan tres pepinos si no me entienden. -hizo un gesto con la mano restando importancia-

-¿Quién es mi Hufflepuff favorita? -escuché detrás de mí. Me di vuelta y las tres comenzamos a chillar-

-¡Chicas! -las abracé- ¡Mis Gryffindor! -las apretujé un poco más y las solté- ¡Las extrañé mucho!

-Nosotras también. -dijo Daisy. Era una pelirroja alta y delgada, sus ojos miel eran preciosos. Lo contrario a Melissa, que era castaña y baja. Pero sus gigantes ojos oscuros no eran menos bellos que los de Daisy- ¿Qué hiciste en las vacaciones? -comenzaron a caminar. Yo agarré mi carro con mis maletas y la jaula de mi gato y las seguí. Vi a mi madre caminando mientras observaba con extrañeza a un par de prefectos de Slytherin regañar a los pequeños novatos-

-Con mi madre nos fuimos a una hermosa ciudad muggle llamada Venecia. -sonreí-

-¿"Ciudad muggle"? -preguntó mi madre- ¿Con "muggle" te refieres al planeta tierra?

-Mamá, estamos en el mismo planeta. -le dije- ¿Ustedes qué hicieron? -les pregunté a mis amigas-

-Yo fui con mi familia a ver cómo estaba el dragón mascota de mi hermano. -bufó Daisy- Él estaba histérico. No dejaba de hablar de su gran Jacobo. -rodó los ojos- Mi padre quiere comprar uno, pero me negué rotundamente.

-Un pariente de mi padre murió y le dejó mucho oro en Gringotts. -suspiró Melissa- Esos duendes son los más aburridos del mundo. Juro que iba a dormirme de pie. -nos reímos las tres y escuchamos el aviso para abordar. Ellas fueron a saludar a sus padres y yo me di vuelta para saludar a mi madre-

-Adiós, mami. -la abracé. Mientras la abrazaba, vi al extraño Tom Riddle, de Slytherin, acariciar su tenebrosa serpiente (que estaba enredada en su brazo) mientras subía al tren. Nunca vi que le hablara a nadie más que a un par de compañeros- Te extrañaré.

-Adiós, pequeña. -besó mi frente- Nos vemos.

-Envíame cartas.

-¿Tengo que usar la lechuza? -preguntó un poco desamimada-

-Sí, mamá. -dije con una sonrisa-

-Buena suerte, Adeline. -sonrió- Serás la mejor Ravenclaw de todo Stuarts.

-Mamá. -le dije con seriedad- Soy Hufflepuff. Y el colegio se llama Hogwarts. -ella se sonrojó por su equivocación y rió-

-Como sea, te extrañaré. -me dio otro corto abrazo y luego saqué a Clifford de su jaula. Entré al tren y me puse a buscar a las chicas. No demoré demasiado, ya que estaban a unos tres compartimientos de la puerta-

El comienzo de Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora