Capítulo 13: Amenaza

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Caminé por los pasillos, con la varita en la mano y atenta a todo. La semana pasada Peeves soltó un pastel sobre mi cabeza y no pude evitarlo. Me dirigía hacia el aula de Pociones para la tutoría, iba como cinco minutos tarde y la poca luz no me ayudaba a la hora de esquivar obstáculos como estatuas o escalones. Cualquiera se asustaría caminando en la oscuridad por los pasillos de este castillo. Era tenebroso, sin dudas. Pero estaba acostumbrada...

-¿Perdida? -dijo una voz gruesa a mis espaldas. Grité como niña que vio al coco y me di vuelta con mi varita en alto. El dueño de esa voz se hizo para atrás cuando vio mi varita cerca de su cara- Tranquila, no planeo atacarte... -estábamos frente a una ventana, así que la luz de luna me permitió saber que se trataba de el chico de Durmstrang que me había guiñado un ojo. Bajé lentamente la varita y lo miré con un poco de desconfianza-

-¿Qué haces aquí? -pregunté-

-A mis compañeros y a mí nos dio hambre e iba a ir a la cocina a buscar algo de comer. -tenía un leve acento ruso (o lo que sea) súper sensual- ¿Podrías ayudarme a encontrar la cocina? -las "R" remarcadas me hacían querer babear-

-Está cerca de mi sala común... -dije. No estábamos muy lejos, pero era difícil de explicar-

-¿Me acompañas? -sonrió ladinamente-

-Está bien... -comencé a caminar por donde había venido. Estábamos en un cruce de pasillos, por eso no lo había visto cuando me habló-

-¿De qué casa eres? -preguntó-

-Hufflepuff... -contesté- ¿Y tú?

-Pensé que serías de Griffindor... -dijo- Yo soy de Levton. -sonrió orgulloso. Tenía una muy bonita sonrisa-

-¿Griffindor? -lo miré extrañada-

-Sí... Un par de alumnos de Slytherin me contaron las cosas que le hiciste a Malfoy. Es muy valiente de tu parte mezclar tu sangre con la suya. -me sonrió-

-Es que es muy molesto. -contesté fastidiada-

-Sí, lo es. -se rió- Conozco a Abraxas desde que eramos pequeños porque nuestros padres son amigos.

-¿Se puede saber qué haces aquí? -dijo una dura voz detrás de nosotros. Nos dimos vuelta y vi a Tom con el ceño fruncido- Se suponía que debías estar en el aula desde hace diez minutos. En cambio, estás coqueteando en los pasillos. -miró al chico de Durmstrang-

-Ella no... -comenzó él a decir, pero Tom levantó la mano-

-No me interesa. -me agarró del brazo- Vámonos. -dijo empezando a arrastrarme-

-Debo ayudarlo a encontrar la cocina. -dije clavando los pies en el suelo-

-Puedo encontrarlo solo, linda. -dijo él- Encontraré la forma... Por cierto, me llamo August Gales. -sonrió-

-Adeline York. -sonreí cálidamente y lo miré con disculpas- Lo siento... -sentí un tirón en mi brazo y asesiné a Tom con la mirada. No dije nada sino hasta estar lejos de August- ¡¿Qué mierda te sucede?! -arranqué mi brazo de su agarre. Él me miró con indiferencia y siguió caminando- ¡Riddle! -chillé-

-Camina, tienes pociones que aprender. -dijo con simpleza. Me tragué el Confundo que me daban ganas de lanzarle y seguí caminando en silencio hasta llegar al aula. Ahí estaba su túnica en el respaldar de una silla y Nagini, que se deslizaba por la pata de una mesa-


***


La hora transcurrió hostil y agresiva. Él me trataba mal, me gritaba cada vez que hacia algo mal y me llamaba "tonta" cada cinco minutos. Hicimos como tres pociones (unas tres veces cada una hasta que aprendí) y ni siquiera me decía que la había hecho bien, sólo decía "Ahora la siguiente, no seas tan tonta y hazla bien". Yo no quería contestarle porque, si lo hacía, terminaría llorando y gritando, sacando todo el enfado que tenía en mi interior.

El comienzo de Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora