Capítulo 51: Lo que pasó después (FINAL)

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Salí de la estación y me fui derecho a buscar un taxi que me llevara a casa. Antes de tomar el taxi, y asegurándome de no ser vista, achiqué todas mis cosas y las metí en mi bolsillo. Obviamente, saqué antes el dinero muggle que tenía de emergencias para pagarle al taxista cuando llegara a casa. Subí y dicté la dirección de mi hogar al regordete hombre que estaba conduciendo el vehículo.

En el trayecto a casa, pensé en todo lo vivido en mi último año en Hogwarts. Pensé en lo que sucedió en el tren con Tom, cuando cruzamos nuestras primeras palabras (que no fueron muy amables que digamos). Pensé en mi fracaso en la materia que Slughorn dictaba y en la tutoría a la que me obligó a asistir. Pensé en las hirientes palabras de Tom en nuestra primera clase y en el día que pasamos en la enfermería. Pensé en nuestro primer beso-batalla cuando me di cuenta de que él había sacado la escoba de la torre de astronomía. Pensé en la llegada de los Durmstrang y las Beauxbatons a Hogwarts. Pensé en que la segunda prueba consistía en recuperar algo preciado para el participante y que Tom me había sacado a mí del lago. Pensé en el momento en el que nos hicimos novios y en las vacaciones que pasó conmigo. Pensé en esa noche en la Sala que viene y va...

Recordé todo lo sucedido a lo largo de mi último año en Hogwarts. Un año definitivamente inolvidable, al igual que las personas que me acompañaron a lo largo de él. Lamentablemente, también recordé el cadáver de Myrtle y al basilisco entrando a ese hoyo. A Tom creando un horrocrux para dar el primer paso hacia la inmortalidad. Aunque, con sólo uno no era inmortal, según lo que leí. Aparentemente hay que crear múltiples horrocruxes para ser inmortal...

El auto frenando frente a mi casa me hizo salir de mis pensamientos, gracias a Merlín. Le pagué al conductor del taxi y me bajé. La casa estaba muy silenciosa, pero las cortinas estaban abiertas, cosa que sólo sucedía cuando mamá estaba adentro. Suspiré y entré a casa.

-¿Mamá? -llamé- ¿Dónde estás? -caminé hasta la sala y vi que estaba en el sofá. Me reí y me acerqué a ella- Despierta, dormilona. -la moví. Ella abrió de a poco los ojos y me miró con confusión. Esa confusión pasó a ser sorpresa luego de unos segundos-

-¡Adeline! -chilló- ¡Santo cielo! ¡Me dormí! -se llevó la mano a la frente. Me senté a su lado y la abracé-

-Te extrañé...


-Siento haberme dormido, cariño. En serio quería ir...

-No mientas. -me separé de ella y me reí- Sé que no querías atravesar la pared.

-Nunca quiero atravesarla... Pero lo hago por ti. -sonrió- ¿Qué tal va todo con Tom? -preguntó. Yo cambié de ánimo y de expresión inmediatamente- ¿Pasó algo malo?

-Lo nuestro estaba destinado a fracasar. -contesté y ella me miró con pena- Teníamos gustos, expectativas y realidades muy diferentes... -bajé la mirada-

-Lo siento, cariño. Sé que lo querías. -llevó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja y yo alcé la mirada- Se notaba en tus ojos.

-Aún lo quiero... -dije con angustia. Me empecé a sentir mareada y con una extraña sensación en la mandíbula y la boca del estómago-

-¿Estás bien, cariño? Te pusiste pálida... -me miró con preocupación. Me llevé la mano a la boca y corrí al baño más próximo. Tenía unas increíbles ganas de vomitar-


*Nueve años después*


-...Y yo le dije que a los animales no se los debía maltratar. -dijo mientras masticaba su chocolate-


El comienzo de Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora