Imaginen que el de la multimedia es Colton Haynes y que él no está para nada de acuerdo con ese baboso beso de suripanta francesa...
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Una exclamación colectiva de sorpresa surgió del público de Hogwarts. Sólo ellos sabían quién era Tom Riddle y cuál era su reputación. Pero, olvidando todo eso, experimenté una gran furia, una insoportable angustia y un electrizante choque de dolor. Obviamente, no podía hacer nada. Mi noviazgo con Tom era secreto, pero eso no alejaba el ardor en mis ojos al ver tal escena.
-¡Perra! -una voz se escuchó en medio de las gradas. Una voz que reconocí como Daisy-
Él la apartó cuando reaccionó y la miró mal. Los festejos continuaron como si no hubiese pasado nada, y muchos alumnos se acercaron a felicitar a Solange. Yo ya los había perdido de vista entre tanto gentío. Si había ruido, no lo oía. Si la banda de música estaba sonando, no la escuchaba. Si alguien me hablaba, no lo notaba. Intenté no estar mal, pero era imposible. Yo siempre he estado mal por el hecho de que nuestra relación era secreta, pero me conformaba con que fuera mío cuando nadie nos viera.
Bajé la mirada y respiré hondo, para ponerme luego a caminar. Choqué con alguien mientras iba de camino al castillo. Levanté la vista y vi que Abraxas buscaba a alguien. Me miró y puso una mueca de asco.
-No estorbes. -dijo con repulsión-
-¿Puedes entregarle esto a Tom? -dije, ignorando lo anterior. No quería pelear ahora. Él miró confundido lo que le entregaba- Gracias... -murmuré y me fui de allí-
Los huesos me dolían, en principal los de las piernas y la espalda. El golpe en la cabeza no era muy notable, pero estaba. Mi palma seguía ardiendo por el corte de cuando me caí encima de Tom. El dolor en mis ojos seguía creciendo a medida que intentaba retener las lágrimas. Pensar en el enojo que sentía al ver lo mal que me había tratado Tom, me hacia dar ganas de volver allá y golpear a todos. Sé que él no tenía idea de lo que sucedía, pero no por eso tenía que tratarme se ese modo.
Llegué a la enfermería y entré, con la esperanza de estar sola, pero Pomfrey estaba allí, acomodando las camas con magia. Al sentir el ruido de mis pasos se volteó y me miró.
-¿Adeline? -preguntó- ¿Qué haces aquí? Pensé que todos estarían presenciando el desafío.
-Pensé lo mismo acerca de ti... -me acerqué cojeando levemente hasta ella-
-Ya estaban los enfermeros de los otros colegios. No me necesitaban allí... -se encogió de hombros- ¿Qué te pasó?
-Entré al laberinto... -ella me miró con confusión- Larga historia, de seguro después seré regañada por Dippet. -me miré la mano herida- ¿Podrías curarme?
-Estás extraña, Adeline... -dijo con preocupación-
-Estoy cansada.
-Se te ve triste. -agregó y fue a buscar alguna poción-
-Tal vez... -me senté en una de las camas. Suspiré y la vi volver con un par de pociones-
-¿Es sólo ese corte? -preguntó-
-Sí... Me duelen un poco los huesos, pero no es importante. -asintió y me agarró la mano para poner allí una pasta extraña. Sentí picor, pero mi herida sanó al cabo de unos segundos-
-Tómate esto. -me dio una pequeña botellita con un líquido dentro- Es para el dolor de huesos. -le eché un trago a esa cosa y sentí cómo ardía mi garganta. Tosí y traté de devolverle la botella- Todo. -recalcó. Hice cara de asco y traté de tomar todo de un trago. Lo hice y volví a toser-
-Es asqueroso. -le di la botella de regreso-
-Estarás bien... -sonrió- Quédate media hora acostada y podrás irte. -asentí y me recosté. Pomfrey se fue y cerró la puerta de su dichosa oficina. No pude siquiera dar un respiro que la puerta se abrió de golpe-
-Adeline. -la enojada voz de Tom resonó por toda la enfermería. Quise quejarme, pero decidí sólo quedarme quieta. Su tono era tan frío y duro como el hielo, cosa que me hizo sentir un poco de pánico- ¡¿Por qué demonios me hiciste perder?! -me senté y lo miré. Mis ojos habían empezado a lagrimear desde que escuché su voz pronunciando mi nombre-
-Quiero terminar. -su cara de enojo se cambió por una de confusión, y luego por una de alarma-
-¿Qué? No. -negó con la cabeza-
-Esto ya no tiene avance, Tom. -se acercó a mí y tuve que levantar la cabeza para mirarlo-
-¿Es por lo de Solange? -preguntó- No fue mi culpa. -parecía estar a punto de sufrir un infarto. Se veía asustado-
-No es eso... -negué con la cabeza-
-¿Me hiciste perder el torneo y ahora me dejas? ¿De qué otra forma vas a humillarme? -desvié la mirada-
-No tienes idea... -murmuré-
-¡Explícame! -gritó, haciéndome sobresaltar-
-No quiero seguir así. -las lágrimas bajaban por mis mejillas-
-¿Por qué? -intentó obligarme a mirarlo, pero me levanté y le di la espalda-
-Porque no quiero. -susurré- Estoy harta de todo... -limpié mis lágrimas con la manga de mi suéter. Las puntas de la capa estaban destrozadas y sucias por el roce que tuvo en el laberinto con el suelo, el fuego, el dragón, el cancerbero y miles de otras cosas-
-No entiendo... -murmuró- ¿Qué está pasando contigo?
-No lo sé, yo tampoco entiendo... -sin importarme lo que dijo Pomfrey, busqué salir de allí-
-Accio Adeline. -escuché detrás de mí. Mi espalda chocó contra él y me sostuvo con sus brazos por el estómago-
-Veo que Abraxas te devolvió tu varita...
-No me dejes... -susurró. Me tragué el sollozo y saqué sus brazos-
-Adiós, Tom. Nos vemos en la tutoría de mañana... -caminé hasta la puerta y salí-
***
-Adeline, ¿pasa algo? -preguntó Dumbledore cuando estaba a punto de llegar al pasillo que llevaba al Gran Comedor-
-¿Por qué? -pregunté-
-Tienes un aura muy deprimente. -dijo con sinceridad-
-Gracias... -murmuré con sarcasmo-
-¿Quieres explicarme por qué corriste hacia el laberinto? -llevó sus manos a su espalda. Me puse nerviosa y comencé a balbucear- Que se entienda, por favor.
-Yo... -humedecí mis labios- Temí por la seguridad de los competidores... -mentí-
-¿Vas a obligarme a darte una poción? -preguntó-
-No... -bajé la mirada- La profesora de Adivinación tuvo una visión acerca de lo que podría pasar en el futuro...
-¿Qué te dijo? -frunció el ceño-
-El ganador del desafío morirá en siete meses... -Albus abrió los ojos como platos y se hizo para atrás. Quedó pensativo durante unos segundos, hasta que habló-
-No siempre las predicciones son correctas... Porque, en este caso, habrías ganado tú por tocar la copa primero, pero ganó Solange porque era una competidora. -se llevó la mano a la barba-
-Me deja mucho más tranquila... -ironicé-
-Tranquila, no creo que nada suceda. Tú interviniste en el futuro que predijo la profesora Trelawney.
-¿Y si muero? -pregunté, comenzando a asustarme y a angustiarme-
-No sucederá... -sonrió- Nos vemos en el banquete. -se despidió con la mano-
No moriré, ¿o sí?