Capítulo 35: Trina York

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Narra Tom Riddle:


-Despierta... -le susurré a Adeline. Ella se removió, frunció el ceño y se abrazó más a Clifford (ya lo había hecho gato de nuevo)- Hey, estamos cerca... -acaricié su mejilla. Ella suspiró, se quejó y siguió con los ojos cerrados-

-Déjame dormir, serpiente molesta... -murmuró adormilada. Yo observé sus facciones serenas y le hice caso al impuso de robarle un beso en los labios. Me alejé y me quedé en silencio. Ella abrió esos ojos color bosque, me miró sin expresión alguna. Me agarró de la nuca y se acercó a mi rostro para besarme. Mis latidos se aceleraron como sólo ella sabe provocar, mi estómago se removió y sentí una inmensa sensación de bienestar. ¿Lo que Adeline me hace sentir es "felicidad"? Porque no creo que "Ser feliz" exista. Creo que lo adecuado sería decir "Estoy feliz". Y en este preciso momento, luego de no haber probado sus dulces labios durante una semana, estoy feliz- Te extrañé... -dijo, cortando el beso, y me miró a los ojos-

-Yo también... -sonreí levemente y le saqué el mechón de cabello que tenía en la cara- Ya estamos por llegar.

-¿Tan pronto? -protestó y resopló. Dejó a Clifford en el asiento y se estiró- Yo quería seguir durmiendo... -me miró y sonrió- Te obligaré a hacer las cosas más muggles del mundo. -se rió. Yo sentí ganas de escapar en ese instante- Oh, Tom. Deberías ver tu cara. -se sentó en mi regazo y me abrazó- No puedes huir. -susurró en mi oído y comenzó a besar mi mejilla y mi cuello. No sabía si correr por su amenaza anterior o quedarme a disfrutar de ese placer de los dioses. Era tan relajante y provocativo. Sus cálidos labios en mi cuello hacían que mis vellos se erizaran- Llegamos... -me susurró. Yo seguí esperando a que continuara besándome, pero sus labios no volvieron a tocar mi piel- Hey, Riddle... Llegamos. -me percaté de lo que estaba hablando recién cuando se levantó y agarró a Clifford. El tren había parado y ella salía del compartimiento-

-Tren inoportuno. -murmuré y me levanté para ir detrás de ella-

-Conocerás a mi madre. -dijo entusiasmada. La idea no me había gustado del todo desde que mencionó el pasar con ella las fiestas. Los muggles en general no me agradan, pero ésta era la madre de Adeline, así que tendría que soportarla un tiempo- Vamos a tener la cena de Navidad, abriremos regalos, saldremos a darle comida a los vagabundos del centro... -se quedó callada- Olvidé decirte que yo siempre salgo a darles unos cuantos sándwiches a los que no tienen... -se encogió de hombros- Como sea. También iremos a pasear por el parque, armaremos ridículos muñecos de nieve...

-¿Parque?

-Sí. El parque de St. James. Desde ahí se ve el Big Ben. Es muy grande. Está junto a muchos otros parques.

-Estás muy entusiasmada... -comenté-

-Es que, a veces extraño mi hogar... -contestó con un poco de nostalgia- Puedes quedarte en casa si quieres. No pienso dejar de ir a esos lugares.

-No he dicho que no iría. -dije de mala gana- Deja de tratar de hacer que nos peleemos.

-¿Trajiste alguna maleta? ¿Algún baúl? -me miró antes de salir por la puerta-

-Sí, están junto con los otros equipajes. -asentí-

-¿No te olvidas de algo? -me miró con burla. Yo negué con la cabeza y ella rió- ¿Dónde está Nagini?

-Oh, mierda. -me di vuelta y vi que Nagini se acercaba serpenteando. Me agaché para que subiera por mi brazo, pero se enroscó con fuerza y me hizo doler- ¡Nagini! -regañé. Siguió subiendo hasta llegar a mi cuello-

-Se enojó porque la olvidaste cruelmente. -rió Adeline- Vamos. Quiero que conozcas a mi madre lo antes posible. -me agarró la mano y caminó-


***


Ya con los carros, Nagini en mi manga y con Clifford en la jaula, nos pusimos a buscar a la madre de Adeline. Al parecer todavía no había llegado, ya que no se la veía por ningún lado. Luego de un buen rato buscándola, vimos a una señora sentada en un banco, agarrándose el estómago.

-¡Mamá! -exclamó Adeline. La señora se sobresaltó y se dio vuelta. Era la copia exacta de Adeline, con más años y los ojos color marrón. Sonrió y se levantó. Adeline soltó sus cosas y corrió a abrazarla. Yo me sentía ajeno a todo eso del afecto familiar, por lo tanto, estaba incómodo. La señora me miró y soltó a Adeline. Ella le sonrió a su madre, caminó hacia mí y me empujó hacia adelante- Él es Tom Riddle, mamá.

-¡Un placer conocerte, Tom! -dijo ella con entusiasmo y me abrazó. Me sentí aún más incómodo y arisco que antes. Esa muggle me estaba abrazando. Vi a Adeline y su cara sonriente y me obligué a contenerme. Ella era más importante. La madre de Adeline me soltó y me miró con una sonrisa muy similar a la de su hija- Yo soy Trina.

-Un placer... -dije con educación-

-Adeline, odio pasar por esa maldita pared. -le dijo a su hija mientras la abrazaba por los hombros y comenzaba a caminar. Yo hice mover con magia las cosas de los dos y me puse a caminar detrás de ellas. Eran casi de la misma altura, el cabello rubio de su madre era un poco más oscuro que el de Adeline y era delgada. Era como viajar en el tiempo y ver a Adeline dentro de unos treinta años- ¿Y tú, cariño? ¿Dónde vives? -me preguntó-

-Mamá, ¿qué tienes preparado para hoy en la noche? -preguntó Adeline para librarme de la respuesta que tendría que dar. Me miró y me guiñó un ojo-

-Pavo, hija, pavo. -dijo como si fuera obvio- ¿Acaso no es lo que comemos todas las navidades?

-Claro... -contestó ella. Llegamos a la pared que debíamos atravesar y Trina se agarró el estómago-

-Puerta del demonio. -murmuró, cerró los ojos y pasó por la puerta. Adeline se acercó a mí, me dio un beso y me sonrió-

-No creas que no vi tu cara de estreñimiento cuando mi madre te abrazó.

-Sabes que no estoy acostumbrado a los abrazos. Apenas dejo que tú me los des. -contesté. Era cierto, pero la verdadera razón era porque su madre es una muggle. Obvio que no le iba a decir-

-Prepárate para pasar una navidad con las York. -dijo con una psicópata sonrisa en el rostro. Luego se rió y me dio otro beso- No te asustes, no será muy diferente a cualquier otra navidad.

-Ya, anda. -la empujé levemente hacia la pared, ella la atravesó y yo hice que los baúles se movieran. Pasé a través de la pared y agarré las cosas. La madre de Adeline estaba pálida. Adeline agarró su carro y lo empujó-

-Vámonos a casa, mamá. -le dijo. Trina asintió y caminó a su lado- Tom, no te quedarás ahí, ¿cierto?

-Anda, cariño, camina. -habló Trina. Yo empujé el carro y las alcancé- Deben estar cansados. Apenas lleguen a casa, dormirán hasta la noche. Luego cenaremos. -sonrió-

-Recuerda que debo desordenar todo para que limpies y no te aburras. -le dijo Adeline. Su madre la miro con los ojos entrecerrados y luego se rió-

-Te haré limpiar con la lengua. -la amenazó, haciendo a Adeline reír-

Espero no pasarla tan mal como creo que la pasaré.

El comienzo de Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora