Capítulo 22: Tom en la enfermería

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Me encogía el corazón al verlo así. Estaba tan cohibido, tan avergonzado y enojado. Podía ver las ganas de asesinar plasmadas en su expresión. Estaba tenso, agitado y adolorido.

-¡Aquí no hay nada que ver! ¡Al comedor! -ordenó Dumbledore. Le sonreí a ese barbón y agradecí silenciosamente que hiciera entrar a los alumnos. No quería ver a Tom tan vulnerable-

-Vamos a la enfermería... -dije con suavidad. Él asintió y dio un paso hacia adelante. Pero el pie le falló, haciéndole dar un traspié. Yo lo agarré como pude para evitar su caída- ¿Qué tienes?

-Cuando me soltó... -intentó pararse bien- Caí mal.

-Déjame ayudarte. -agarré su brazo y él se apartó- Basta de estupideces, déjame ayudarte, idiota. -dije, perdiendo la paciencia. Él se sorprendió por un segundo y luego dejó que yo pasara su brazo por mis hombros para ayudarlo a caminar- Siento haberme reído.

-Eso no era una risa, era un grito histérico. -murmuró. Yo reí levemente y me di cuenta de que estaba apretando la muñeca herida de Tom-

-Lo siento. -bajé mi mano hacia la suya y la agarré- ¿Por qué Jack te hizo eso?

-Porque es un imbécil. -contestó. Yo lo miré y ladeé la cabeza- Estaba con sus amigos estorbando en las escaleras y yo quería pasar. Le pedí que se hiciera a un lado y no lo hizo. Estaba de mal humor, así que lo insulté y logré hacer que me dejara pasar por las escaleras. -doblamos por un pasillo- Cuando estaba llegando a mi sala común, me atacó por detrás, sin darme tiempo a defenderme. Había sido muy silencioso, así que no lo había oído.

-Es un estúpido. -murmuré y me llevé la mano libre al cuello. Me ardía la piel por lo que Jack me había apretado con la mano cuando se subió encima de mí-

-¿Estás bien? -preguntó-

-Sí, tranquilo. Sólo quedará algo rojo. -le resté importancia y volví a poner el brazo en su cintura-

-Gracias por hacer lo que Abraxas no se atrevió. Y perdón por hacer que te golpearan.

-No me golpeó. -protesté- Y yo lo dejé peor. -presumí- Me preocupé cuando vi la sangre que te salía de las muñecas por culpa de la cuerda...

-¿Te preocupaste? -preguntó. No distinguí sequedad, ni sarcasmo. Sólo pura curiosidad-

-Vamos, eres Tom Riddle. ¿Quién no se extrañaría al verlo sangrar y quedar expuesto? Cualquiera podía hacer lo que quisiera contigo allí atado.

-No habría pasado si no me hubiese atacado por la espalda. -dijo, furioso- Esto no quedará así.

-No hagas locuras, Tom... -apreté un poco su mano- No merece que gastes tu tiempo en él.

-Entonces debería matarte a ti por haberte reído. -dijo. Yo lo miré alarmada y él se rió-

Santa risa de serpiente... Qué sensual.

-No es gracioso. -protesté- A veces es difícil descifrar cuando mientes a cuando dices la verdad. -murmuré y vi que habíamos llegado a la enfermería- ¡Poppy! -grité, entrando. Dejé a Tom sentado en la cama en donde había estado yo la vez anterior y lo miré- No es divertido estar en la misma situación, ¿eh? -me reí-

-¿Qué sucedió? -preguntó Pomfrey saliendo de la oficina-

-Mis muñecas están lastimadas y tengo mal el tobillo por una caída. -contestó Tom. Poppy se dio vuelta y fue hasta el baúl de pociones que tenía en uno de los rincones del lugar. Sacó un par de cosas de allí y se acercó a Tom-

-Muéstrame tus muñecas... -le habló con suavidad. Ella era así de delicada cuando atendía a alguien. Pero cuidado con encontrarla de mal humor o con romper una regla en la enfermería. Era peor que un dementor. Tom se arremangó el abrigo de Jack y ahogué un jadeo al ver lo herido que estaba. ¡Era carne viva!- ¿Con qué te lo hiciste?

El comienzo de Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora