Rayos, rayos, rayos, rayos. Eran las siete de la mañana y yo recién despertaba. Se suponía que iba a despertar antes para tener tiempo de darme una ducha caliente y poder desayunar. Creo que, si corro, llego a dármela.
Corrí como loca por los pasillos, escaleras, salas, y todos los lugares habidos y por haber de Hogwarts hasta llegar al barril que da a mi sala común. Golpeé correctamente y pude entrar. Subí desesperada al dormitorio que compartía con cuatro compañeras y me metí al baño. Ellas aún no despertaban. Entré y me dejé relajar por el agua. Estaba tensa y a punto de entrar en hipotermia. No habían dudas de que ya estaba enferma. La garganta me ardía y no había forma de que la voz me saliera. Terminé de ducharme y me envolví en una toalla para luego salir y buscar mi ropa. Me vestí con magia y salí. No sin antes de fijarme en la hora. Siete treinta exactos. Todos estaban en la sala común, esperando para salir a desayunar. Uno de los prefectos abrió la puerta y todos salieron.
Caminé hasta el gran comedor y me senté en la mesa de Hufflepuff. Estaba algo deprimida, mis ojeras llegaban al suelo y mis ojos estaban hinchados. Era uno de los peores días de mi vida. Me dolía el autoestima, si es eso posible. Vi a Malfoy y a su grupo mirarme con odio. No les presté atención y esperé a que sirvieran el desayuno. No me di cuenta sino hasta ver comida frente a mi, que no tenía hambre. Me levanté de la mesa y comencé a caminar.
-¿Estás bien, Addy? -preguntó Dean desde la mesa- No has comido nada. -asentí, sin pronunciar ni una palabra- Estas demacrada... -lo miré como diciendo "¿En serio?" y me marché. Definitivamente hoy no era un buen día. Estaba sensible. ¿Estaré cerca del período?-
-Adeline. -escuché la voz que menos quería oír. Si antes me causaba miedo, ahora me causaba dolor y rabia. "No lo merecen"- Adeline... -insistió. Yo seguí caminando sin rumbo- ¿Puedes dejar de caminar? -me agarró fuertemente del brazo y me dio vuelta con brusquedad. Evité mirarlo- ¿A dónde se supone que fuiste ayer? -no contesté- Le pregunté a los retratos y no estabas en tu habitación.
-Eso no te importa. -susurré y me solté de su agarre-
-¿Tienes algo en la voz? -preguntó. Lo miré con una ceja arqueada y rodé los ojos-
-No, es sólo que me encanta hablar así. -volví a hablar forzosamente. Tosí un poco y comencé a caminar. No tenía caso hablarle-
-Lo siento. -frené en seco- Siento si te herí con lo que dije. Pero es sólo un pensamiento que no debía salir a la luz. -continué caminando. No quería siquiera mirarlo- Deja de caminar, maldita Hufflepuff. ¿No ves que estoy pidiéndote disculpas? -volvió a agarrarme el brazo-
-No le contaré a Slughorn lo que dijiste, si eso es lo que te preocupa. No pretendo manchar tu reputación de alumno favorito y chico perfecto. -susurré mientras zafaba mi brazo con brusquedad- Tú sólo enséñame lo que tienes que enseñarme y nada más. -volví a toser-
-¿Dónde fuiste ayer? -preguntó. Pero no pude contestar, ya que seguía tosiendo- ¿Adeline? -se acercó. Yo retrocedí hasta chocar con una pared. No podía dejar de toser, mis pulmones ardían- ¿Estás bien? -me retorcí mientras seguía con mi ataque de tos. No podía respirar. Las lagrimas no tardaron en llegar. Mi cara debía estar roja por la presión-
-¡Llévenla a la enfermería! -gritó una chica. Sentí que me alzaban y me llevaban en brazos. No podía respirar, intentaba a través de todos los medios, pero me era imposible. Hasta que empecé a ver todo negro-
Narra Tom Riddle:
Se supone que la salud de una sangre sucia no me debe importar. Que no tendría que preocuparme por si muere o no. Pero con Adeline todo era diferente. Ella era diferente. Su actitud era extraña, interesante... Sus ideas, sus comentarios y su forma de pensar me hacían reír, y eso era algo extraño. Yo tendría que con centrarme en los horrocruxes, no tendría que estar pendiente de si despierta o no. No tendría que estar mirando su cabello rubio y su rostro, ausente de color. Realmente estaba preocupándome. Y yo no me preocupo en nadie mas que en mí.