Narra Adeline York:
Desperté y lo primero que vi fue el rostro de Riddle a escasos centímetros del mío. Él estaba dormido, como lo estaba yo hacía unos segundos. Me alejé un poco y noté que yo estaba agarrando su mano. La solté y él la cerró, como si tratara de retener algo. Me senté y bostecé. Debí haber dormido varias horas. Lo extraño era que nadie nos haya despertado. ¡Mierda! ¿Y si alguien nos vio? ¡Qué vergonzoso!
Miré a Tom, él se veía tranquilo y relajado, cosa que no se ve cuando está despierto. Sus facciones bien definidas, su nariz recta, sus gruesas pestañas, sus cejas... ¡Diablos! ¿Por qué tenía que ser un Slytherin amargado? ¡Es un desperdicio de belleza!
La puerta de Pomfrey se abrió y la vi levantar el pulgar, en señal de que ya podía largarme. Volvió a meterse en su oficina después de eso.
-Tom... -lo llamé- Oye, Riddle. -nada- ¡Un muggle en Hogwarts! -chillé escandalosamente. Tom abrió los ojos alarmado y sacó su varita-
-¿Dónde? -dijo con la voz más gruesa de lo normal, con los ojos apenas abiertos y con una expresión de susto y sorpresa en la cara. Comencé a reír, sosteniéndome el estómago- No seas estúpida. ¿Cómo vas a bromear con algo así? -reí aún más-
-¡Debiste ver tu cara! -seguí riendo y vi dos panecillos en la mesa junto a un zumo de calabaza- Oh, comida. -agarré uno de los panecillos y me lo metí a la boca-
-Podría haber envenenado eso y tú te lo metes así como así. -murmuró. Había vuelto a apoyar la cabeza sobre sus brazos mientras me miraba-
-Moriría comiendo, moriría feliz. -contesté con convicción (y con la boca llena) mientras lo señalaba con medio panecillo. Él se rió levemente- Pienso que deberías reírte más seguido. -dije-
-Y tú deberías hablar menos. -bostezó y se estiró-
-Hagamos un trato. -dije- Tú te ríes más y yo hablo menos. -me levanté de la cama-
-¿Para qué querría yo reír más? -preguntó-
-¿Para qué querría yo hablar menos? -contraataqué-
-Buen punto. -se levantó de la silla e hizo desaparecer la comida que había quedado en la mesita- ¿Qué hora es? -preguntó-
-¡Poppy! ¡¿Qué hora es?! -grité-
-¡Las tres de la tarde, dormilones! -contestó desde su oficina- ¡Ya están justificados con Dippet! ¡No perderán puntos por ausentarse a sus clases!
-¡Gracias! -grité en respuesta y comencé a caminar hacia la puerta-
-Incivilizadas. -murmuró Riddle-
-Gruñón. -le dije y abrí la puerta- En la noche iré al aula de Pociones para que me enseñes. Adiós. -me fui caminando por el pasillo-
***
-¡Finn! ¡Dile a éste que me deje salir a mi tutoría! -grité mirando a un prefecto necio que no me dejaba salir-
-¡Simmons, déjala salir, tiene permiso del director! -le gritó Haker al prefecto y éste se movió-
-Gracias, Simmons. -sonreí con falsedad- Por cierto, tu cremallera está abajo. -dije antes de salir. Pasé por la redonda puerta y choqué contra alguien- Mi cara... -me quejé y saqué mi varita- Lumos... -encendí la luz- Riddle, sé que me odias y que quieres matarme de un susto, pero no hace falta que sea tan pronto. Tengo mucho que experimentar todavía.