Capítulo 38: Malfoy Manor

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Cinco días habían pasado desde ese imprevisto en el parque con los idiotas del orfanato. Cinco días. Las heridas de Tom habían sanado con magia y pociones, así que estaba como nuevo. Ayer habíamos salido a darles sándwiches a los mendigos de los alrededores del parque. Las caras de Tom eran épicas. Era como ver a Abraxas Malfoy diciendo "Amo a los sangre sucia".
Sé que es difícil para él. A veces hasta entendía su desprecio hacia los muggles. Su padre abandonó a su madre y ella murió (sí, la información se esparce rápido en Hogwarts), en el orfanato sufre de maltratos por parte de sus compañeros, es Slytherin (y eso de por sí era problemático)...
Yo, como cualquier persona, espero poder cambiar su forma de pensar. Es posible que yo sea la única sangre sucia a la que él quiera. Tal vez sea la única persona a la que él quiera. Pero quiero tratar de hacer lo mejor posible...

-¿En qué piensas? -acarició mi hombro. Él estaba abrazándome. Estábamos sentados en una banca que hay en la terraza de mi casa. Eran como las once de la noche-

-En nada. Sólo estoy mirando las estrellas... -contesté. Él me dio un beso en el cabello- Hay muchas cosas que no sabemos el uno del otro...

-¿Como qué? -preguntó. Yo lo miré a los ojos y pensé-

-No lo sé... ¿Cuáles son tus metas? ¿Cuándo es tu cumpleaños? ¿Has tenido otras novias? ¿Has sentido algo más que sólo enojo? -solté todo eso de un tirón. Él se quedó inexpresivo, mirándome y pensando-

-Yo sé cuáles son tus metas... -murmuró y desvió la mirada-

-¿Cuándo es mi cumpleaños? -retruqué-

-Ehm... El... diecisiete de agosto. -improvisó. Yo alcé una ceja-

-Dos de junio, Tom. -dije con seriedad- No nos conocemos casi nada...

-Nos conocemos desde hace años...

-Y antes de lo del tren no cruzamos ni una palabra más que un "sangre sucia" de tu parte en el pasillo. -él se puso incómodo- No creas que no te escuché.

-Eso fue en tercero... Pensé que lo olvidarías. -dijo cohibido- Estabas haciendo cosas demasiado muggles...

-¡Estaba pateando una caja vacía de grageas! -sacudí la cabeza- No es el punto.

-Planeo entrar en el Ministerio de Magia... -hizo una mueca- No he tenido otras novias, pero sí he estado con otras chicas. No sentí nada más que enojo, hasta que llegaste tú. ¿Contenta? -dejó de abrazarme y se cruzó de brazos-

-Podría decirse... -me encogí de hombros y lo empujé por el brazo- No seas amargado.

-No soy amargado. -masculló con el ceño fruncido. Yo me reí, ya que parecía un niño pequeño-

-Sí, lo eres. -agarré su brazo y traté de atraerlo hacia mí, pero hizo fuerza para no dejarme hacerlo. Lo solté y lo miré con cara de cachorrito abandonado. Él no me miraba, pero en cualquier momento lo haría. Cuando lo hizo, sus expresiones pasaron de confundido a frío y de frío a resignado-

-Eres una maldita manipuladora. -negó con la cabeza. Sonreí y rodeé su cuello con mis brazos para luego plantarle un beso en la mejilla-

-¿No vas a preguntarme nada sobre mí? -apoyé mi cabeza en su hombro. Él suspiró y quedó unos segundos en silencio-

-¿Por qué no quieres trabajar en algo relacionado con la magia?

-Bueno... Hay muchos magos y brujas mejores que yo en todo. Tú incluido. -dejé un beso en su cuello- Supongo que no soy tan especial como para triunfar entre los magos, pero sí entre los muggles. Además, es frustrante y estresante. Prefiero enseñarles a unos niños sin magia y tratar de abrir sus mentes.

El comienzo de Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora