Capítulo 11: Conflicto en la oscuridad

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-¿Preferida? -pregunté... Casi estaba sin aire-

-Eres la única serpiente que me cae bien... Sin contar a Nagini. -se rió. Yo sonreí inconscientemente al verla reír- Por cierto... ¿Hoy me enseñarás Pociones? Es algo que no entiendo. ¿Los fines de semana hay tutoría?

-Se supone que tenemos de lunes a viernes. -contesté y a lo lejos vi que dos chicas de mi casa nos miraban y hablaban entre ellas-

-¿Por qué estabas ayer en el aula de Pociones entonces? -preguntó. Me sentí atrapado y en blanco. Me quedé callado por unos momentos, fingiendo no escucharla para poder pensar en algo- Tom... -me llamó. La miré y levanté una ceja- ¿Por qué estabas anoche en el aula si no teníamos tutoría?

-Porque yo me había olvidado de decírtelo. -contesté- Ahora lo sabes.

-Oh, está bien. -sonrió- Me voy a mi sala. Adiós, Tom. -besó mi mejilla y me sentí muy extraño, casi triste. Nadie había hecho eso antes. No lo permitía-

-Adiós... -se fue en dirección a la cocina (ya que por ahí estaba la sala de Hufflepuff) y desapareció-

-¿Qué tanto hablan con la Hufflepuff? -escuché una voz femenina a mi lado. Comencé a caminar en dirección a las mazmorras-

-Eso no te interesa, Druella. -le contesté con sequedad-

-Oh, vamos. ¿Te gusta esa sangre sucia? -preguntó siguiéndome-

-No. Y, si me gustara, no sería de tu incumbencia. -¿Qué es esa confianza que están tomándose conmigo? Malditas moscas molestas-

-Es sólo una patética ni... -se calló al verme frenar y apuntarle con la varita-

-Deja de meterte en cosas que no te incumben e insultar a gente que no conoces sólo porque hayan hablado más conmigo que tú, Rosier. -dije con un poco de ira. Ella palideció por completo- Si no quieres el mismo destino que tu maldito ratón, no te metas. -bajé la varita y seguí caminando. Yo había incinerado a su ratón por encontrarlo en mi habitación. Lo colgué en el tablero de anuncios de la cola y escribí "Al próximo que se meta en mi dormitorio, le haré lo mismo que a él". Llegué a la sala común y me fui a mi cuarto a leer más sobre los horrocruxes-


Narra Adeline York:



Por suerte hoy no había tutoría, así que podría ir al bosque prohibido a ver a los unicornios. Estaba comenzando a hacer que me tomaran confianza. A este paso, lograría poder acariciarlos muy pronto...

Esperé a que los prefectos volvieran de sus patrullajes y salí sigilosamente. Debían ser como las doce y media de la noche y no había ni un alma en los pasillos. Era molesto caminar siempre desde el sótano hasta la torre. Mi sala común quedaba lejos de todo, era agotador.

Cuando llegué a la torre, fui hacia el cuadro vacío que ocultaba la escoba y lo corrí. Mi escoba no estaba allí. Miré por todos lados y nada. Juro que la puse ahí luego de volver del bosque con Tom... Oh, claro. ¡El maldito la había sacado de ahí! "No vuelvas a venir aquí" ¡Es obvio que la sacó para que no volviera! ¡Infeliz!

Salí hecha una furia de la torre de astronomía y me fui hacia las mazmorras. De nuevo abajo... Me escondí de algunos prefectos de Griffindor que merodeaban por el séptimo piso y seguí bajando. Casi me caigo de las malditas escaleras como tres veces hasta llegar al lugar indicado. Los prefectos de Slytherin estaban regresando de sus patrullajes, así que, como la anterior vez que invadí Slytherin, me escondí y escuché la contraseña (porque era obvio que la cambiarían luego de lo de esta tarde). Estuve escondida durante unos veinte minutos, asegurándome que los prefectos ya habían entrado a sus habitaciones. Me acerqué a la entrada sigilosamente.

El comienzo de Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora