-¡August Gales! -gritó Dippet. Todos estallaron en aplausos y gritos. Las chicas eran las más ruidosas. Hacían pequeños fuegos artificiales con la varita y le lanzaban besos. Daisy y Melissa aplaudían y yo estaba un poco preocupada. En este momento estaban anunciando a los magos que competirían en el torneo. Había salido una chica de Beauxbatons llamada Solange Fontaine y ahora August representando a Durmstrang- Sólo queda el mago o bruja que representará a Hogwarts... -avisó. El cáliz expulsó un pedazo de pergamino y Dippet lo agarró en el aire. Frunció el ceño y se acercó más al papel, como cerciorándose de que estuviera bien escrito. Se alejó y, todavía confundido, anunció al representante de Hogwarts- ¡Tom Riddle! -ni aplausos, ni gritos, ni nada. El salón se llenó de murmuraciones y susurros. Busqué a Tom con la mirada y lo vi igual de estupefacto que los demás. Luego frunció el ceño y se paró con brusquedad-
-¡Yo no puse mi nombre en el cáliz! -gritó- ¡Es imposible que sea yo! -estaba realmente alterado. Nunca lo había visto así-
-Aquí dice tu nombre, Tom. -dijo Dippet. Slughorn se levantó de su asiento y caminó hacia Dippet. Le arrebató el papel y lo leyó-
-Es cierto... -confirmó- Tendrás que competir, Tom...
-Pero yo no... -no terminó la frase, seguía sorprendido-
-¿Acaso tienes miedo? -hablé yo, alzando la voz. Muchos jadearon de sorpresa al ver mi atrevimiento- ¿Al gran Tom Riddle, al alumno ejemplar, al favorito, le asusta un torneo que considera un juego de niños? -Tom me miró con odio y se dio vuelta. Caminó hacia Slughorn y Dippet, miró el pergamino y tomó aire. Los Slytherin aplaudieron al ver que se subía al lugar en donde se encontraban los otro dos competidores-
-Quiero que averigüen cómo llegó mi nombre ahí. -les dijo a Dippet y a Slughorn-
-¿Vas a competir? -preguntó Dippet-
-Sí. -me miró desafiante. Debí callarme, Tom puede morir en el torneo y yo lo incité a competir. Soy una idiota-
-¡He aquí a los campeones del Torneo de los Tres Magos! -exclamó el director. Todos aplaudieron y gritaron con alegría. A mí me crecía el arrepentimiento y la culpa cada vez más-
***
-Tom... -lo llamé. Él estaba el la biblioteca, en uno de los lugares más solitarios de allí-
-¿Qué quieres? -preguntó, cerrando el libro y mirándome con seriedad-
-¿Puedo hablar contigo? -pregunté con suavidad-
-¿Qué es lo que estamos haciendo en este momento? -preguntó él de mala gana-
-No te hagas el sarcástico ahora, Riddle. -contesté con un poco de enojo. Él levantó la ceja al ver mi cambio de actitud y yo suspiré- Yo... -me acerqué a la mesa en donde él se encontraba y me senté a su lado mientras miraba mis manos- Lo siento.
-¿Qué cosa? -preguntó. Yo levanté la vista y miré sus hermosos ojos. La frialdad con la que me miraba me hacía estremecer-
-No debí provocarte para competir en el torneo. Es peligroso. Pensé que no aceptarías... -estoy segura de que mis ojos reflejan el arrepentimiento que siento. Sé que mis ojos siempre delataron mis emociones, y eso era ventajoso en este caso- Perdóname. -susurré. ¿Por qué demonios estaba a punto de llorar? ¿Por qué tenía tanto miedo de que le pasara algo malo?-
-Yo no acepté por tu provocación, Adeline. -ya no me miraba con tanta frialdad. La tensión que había antes era mucho menor- Acepté porque quise competir.
-Pero tú no pusiste tu nombre en el cáliz. -lo miré con extrañeza-
-No, no lo puse. Voy a averiguar quién fue... Pero, de todos modos, ya acepté. -la preocupación volvió al imaginarme el peligro que corría-
-Lo siento... -lo abracé sin pensarlo. Estaba a punto de tener un ataque de pánico-
Narra Tom Riddle:
Me estaba abrazando... Otra vez sentí un poco de nostalgia y tristeza. ¿Por qué ella era la única que me abrazaba de ese modo tan sincero? ¿Por qué yo le permitía sorprenderme de esa manera? Ella siempre me encontraba con la guardia baja. Era extraño ser abrazado de ese modo tan cálido y verdadero. También era raro no pensar en lanzarle un Avada por tomarse tal atrevimiento.
Lentamente, subí mis brazos y la rodeé con ellos. ¿Tom Riddle devolviendo un abrazo? ¿Que sigue? ¿Malfoy casándose con una muggle?
Si tan sólo supiera que acepté competir para ganarle al imbécil de August...
-No tienes que disculparte. -murmuré. Ella seguía escondida en mi cuello- No fuiste tú la que me obligó a aceptar. -no directamente-
-No digas que no. Te provoqué delante de todos... -contestó ella. Una mezcla de preocupación y dolor me pincharon el corazón cuando escuché que estaba llorando. La abracé más fuerte y acaricié su cabello-
-No fuiste tú... -susurré. Sinceramente, las sensaciones extrañas que Adeline me hacía sentir, me gustaban de alguna forma. Me reconfortaba estar siendo abrazado de la manera en la que ella lo hacía. Pero estaba mal...-
-¿Y si te pasa algo? -¿Acaso ella estaba preocupándose por mí? ¿Quién fue el último que se preocupó por mí? Si es que alguna vez alguien lo hizo...-
-No pasará nada. Es sólo un juego de niños. -repetí lo que ella había dicho y se separó de mí, haciéndome sentir vacío. Sus ojos color bosque me miraban con curiosidad. No pude retener el impulso de limpiar las lágrimas que mojaban sus mejillas. Ella se estremeció y se alejó un poco. Ahí me di cuenta de lo extraño que estaba actuando yo y me separé de ella-
-¿Por qué te comportas así? -me preguntó. Yo llevé mi vista del libro hacia ella, me miraba con el ceño fruncido y un poco de confusión- ¿Por qué te esmeras en seguir igual?
-Yo no puedo cambiar. -dije con frialdad. Tenía que empezar a alejarme de ella y poner los Horrocruxes como prioridad. Estos sentimientos debían ser eliminados. Si quería ser inmortal, no debía tener distracciones-
-Sí puedes, Tom... -dijo, agarrando mi mano- Intenta ser como todos...
-¡Soy más que eso! -exclamé, levantándome bruscamente. Esto se sentía incorrecto, pero era lo que debía hacer para llegar a la cima- No soy normal. Y eso es mejor para mí. -ella estaba un poco asustada por mi arrebato. Su pecho subía y bajaba con rapidez, casi podía sentir su corazón galopando. No sabía si era el susto o era enfado. Miles de emociones cruzaban por sus ojos-
-Bien. Como quieras. -se puso de pie y se fue por donde había venido-
-Al fin se largó... -dijo una voz femenina. Me di vuelta y vi a Druella Rosier caminando hacia la mesa en donde me encontraba-
-Te dije que no estoy interesado en ti. -dije cortantemente y agarré el libro que estaba leyendo-
-No decías eso el año pasado... -dijo, pasando su dedo por mi hombro. ¿En qué momento había llegado a acercarse tanto?-
-Tenía mis necesidades. -me alejé de ella- Sólo te usé. -ella mostró enojo por un momento. Pero respiró y se recompuso-
-¿Y no tienes necesidades ahora? -preguntó "seductoramente"- ¿O es que acaso prefieres a esa sangre sucia? -me miró bajo sus pestañas. Su cara de loca era cada vez más notable-
-No me podría gustar una sangre sucia como ella nunca. No vale ni mi tiempo. -dije con asco- Pero tampoco te prefiero a ti. -me alejé de ella y me puse a caminar hacia los pasillos de la biblioteca para encontrar la salida. Apenas llegué al que me había traído aquí, vi una larga cabellera rubia, con la cabeza abajo y los hombros caídos. Adeline me había escuchado- Ade... -no pude siquiera hablarle, ya que se puso a caminar y desapareció de mi vista. Decidí no seguirla, se supone que debe odiarme y yo debo odiar a los muggles que ella tanto defiende. Debo odiar a los nacidos de muggles. Así como me odio a mí mismo-