Narra Daisy Hudson:
Caminé rumbo al tren. Mis cosas ya estaban dentro, junto con el equipaje de otros alumnos. Me fui lejos de Adeline, más por Abraxas que por el Ravenclaw. Él me ponía nerviosa y algo triste. Me subí al tren y fui hacia los compartimientos destinados a los prefectos. Ubiqué a Arthur Hazel y lo saludé con la mano. Él le dijo algo a sus compañeros y se levantó para salir del compartimiento. Arthur era castaño, de ojos azules y un cuerpo bastante deseable. Él estaba en la lista de chicos lindos de Hogwarts que confeccionamos con mis amigas. Cerró la puerta tras él y me dio un beso en la mejilla.
-Hola, Gryffindor... -me saludó con su encantadora sonrisa-
-Hola, Arthur. -le sonreí coquetamente-
-Sí, linda. Sigue en pie la propuesta. -dijo antes de dejarme hablar. Me reí y llevé mi mano a su brazo para "tantear el terreno"-
-Leíste mi mente. -dije risueña. Sentía que esto no era lo que quería, pero lo haría de todos modos- El fin de semana podemos salir. -dije-
-Perfecto, leona. Podemos ir a Hogsmade. -me guiñó el ojo-
-Bien... -le sonreí y batí mis pestañas-
-Arthy, tu rana tiene algo raro. -le dijeron desde adentro. Él me miró con disculpa-
-Vuelvo en un minuto. -levantó su dedo índice- Espera aquí... -se dio vuelta y entró. Sentí un tirón en el brazo y luego me vi siendo arrastrada por el pasillo-
-¿Qué mierda pasa contigo? -dije enojada y me aferré a la puerta de uno de los compartimientos- Suéltame. -tiré de mi brazo. Abraxas me miró con el mismo enojo que yo y se acercó para empujarme dentro del compartimiento. Ya me había alejado bastante de Arthur- ¿Qué crees que haces, idiota? -golpeé su pecho y lo miré colérica. Él me agarró del cuello y me estampó contra la pared. Su pulgar viajó desde mi mandíbula hasta mi labio inferior. Sus ojos color plata estaban prendidos en llamas- Acordamos dejar de hacer est... -me interrumpió con un beso. Mi corazón se aceleró, pero me controlé y lo empujé- Contrólate, Malfoy. -lo señalé con el dedo- Dijimos que ese beso en tu casa sería el último. -dije con pesar, pero también con firmeza- Dijimos que ya no haríamos esto. -nos señalé- A mí también me cuesta, Abraxas. Pero trata de controlarte... -bajó la mirada y se mordió el labio inferior. Jadeé por lo sexy que se había visto eso y lo empujé contra la pared. Besé sus labios, y esta vez sí era el último. La violencia con la que yo lo había atacado, fue devuelta. Bajó sus manos hacia mi cintura y me acercó más a él-
¿Por qué tenía que ser un Slytherin? ¿Por qué tenía que ser Abraxas Malfoy? ¿Por qué me tenían que gustar tantos sus besos y sus arrebatos? ¿Por qué tenía que ser todo así? Eran un sinfín de porqués. Era todo complicado y triste. Era difícil y agotador. Era molesto que mi corazón se alterara sólo con él. Era frustrante que él me hiciera sentir estúpida con sólo estar presente, mientras que los otros no lograban ni enojarme.
Puse mis manos en su pecho y lo alejé de mí. Mis ojos estaban humedecidos por las lágrimas de frustración y confusión. Él me miró y frunció el ceño.
-¿Qué te sucede? -preguntó. Yo negué con la cabeza-
-Basta, Abraxas. -logré decir- Suficiente de todo esto. -él trató de agarrarme pero me alejé aún más- Esto me duele, Malfoy. Ya no sigas. -me acerqué a la puerta- Actúa como si me odiaras. Todo tiene que ser igual que antes. -salí de allí y me limpié la única lágrima rebelde que había bajado por mi mejilla-
Sólo unos meses más, Daisy, y no lo verás más...
***
-¡Mis niñas! -chilló Melissa y nos abrazó a Adeline y a mí- Las extrañé demasiado... -nos dijo. Ella se había quedado en Hogwarts porque su madre había tenido que ir a una convención de animagos y su padre la había acompañado-