PRÓLOGO

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-Giancarlo eres un aburrido – dijo su hermana melliza Arianna

-Ari, tengo cosas que hacer, ahora que Luciano no está, debo velar por nuestro patrimonio.

Giancarlo De Luca, un hombre joven, atlético, atractivo a los ojos de las mujeres, pero respetuoso con ella. Se había hecho cargo de la empresa de la familia De Luca, pues su hermano mayor había decidido mudarse a Estados Unidos con la mujer que amaba y aunque seguía pendiente de los negocios, ahora era Giancarlo quien tomaba las decisiones.

-Lo sé, pero eso no quita que seas aburrido, ya lo eras antes de quedarte al frente de los negocios de la familia y ahora con mayor, te estas amargando hermanito

-No es así, es solo que quiero estar a la altura de mi padre y Luciano.

-Aburrido ¿entonces para que quieres asistentes y secretarias si vas a terminar haciendo las cosas tu.

-Ellas me ayudan a organizarme mejor, pero eso no significa que me deslinde de mis responsabilidades, Luciano confió en mi para manejar lo que nuestros padres nos dejaron, no voy a defraudarlo, quiero que este orgulloso de mí – Luciano los había cuidado desde que sus padres habían muerto, siendo él el mayor le toco ser padre y madre para ambos

-Somos sus hermanos, siempre va a estar orgulloso de nosotros – Arianna por su parte, aunque tenía una carrera y un negocio, era la niña mimada de ambos hermanos, y buscaba siempre arrastrar a su mellizo a sus locuras.

Después de discutir un rato, su hermana había salido sola, pues Giancarlo debía revisar algunos documentos todavía. Era domingo y se la había pasado casi todo el fin de semana encerrado en el despacho de su casa trabajando, incluso le habían tenido que llevar los alimentos ahí. No supo mas de su hermana y tampoco pregunto, seguramente había salido, pero estaba tranquilo Franco su guardaespaldas no la dejaba sola.

Cerca de las diez de la noche, termino su trabajo y salió del despacho, se dirigió a la cocina pues sentía un poco de hambre, en la tarde casi no había probado bocado. El personal de servicio no se encontraba pues ese día era descanso, solo uno que otro guardia de seguridad permanecía en el lugar.

La luz estaba apagada, así que con cuidado camino hasta el interruptor y al encenderlo...

-¡Oh Por Dios! – dijo el joven que se encontraba comiendo un sándwich, su voz apenas había salido cuando se asustaba no era capaz de gritar

-¿Quién diablos eres tú? – Giancarlo lo miraba de pies a cabeza, su ceño fruncido le dio entender al extraño que estaba muy molesto. El desconocido era un chico delgado, bajo de estatura, facciones delicadas

-Yo... aahh – aclaro su garganta – mi nombre es Adriano, Adriano Conte – los ojos del extraño recorrieron la figura de Giancarlo, se veía muy atractivo, usando una playera sencilla y unos pantalones de chándal, descalzo y con el cabello revuelto.

Giancarlo se removió incomodo ante el escrutinio del chico, parecía como si quisiera comérselo con los ojos, ¿acaso el tipo era homosexual?

-¿Qué haces en mi cocina, en mi casa? Nunca te había visto, no eres parte del personal – hablo con su voz gruesa, erizando la piel del muchacho

-Ah lo que pasa es...

-Hola aburrido – hablo Arianna detrás de su hermano – veo que ya conoces a Adrianito – Giancarlo la miro confundido. – de ahora en adelante trabajara aquí con nosotros, claro en cuanto se recupere, tuvo un pequeño accidente – dijo ella nerviosa y sonrojada.

-¿Por qué no me avisaste antes? Estaba a punto de llamar a los guardias – dijo Giancarlo molesto, pues aún podía sentir la mirada de Adriano

-Pues es que has estado todo el día metido en el despacho que ya no quise interrumpirte por qué luego me regañas – dijo ella haciendo un puchero

-Ari no digas eso, no te regaño – Giancarlo se acercó a abrazarla – solo quiero que entiendas que no puedo llevarte y traerte a donde quieras, debes volver a manejar

-Ya entendí que tienes responsabilidades y que debo hacerme cargo de mis cosas, por eso esta Adrianito aquí, él será de ahora en adelante mi chofer, cuando quiera ir a algún lado él me llevará

-¿Qué? – Giancarlo volteo a ver al chico, parecía demasiado joven – No claro que no, el muchacho debe tener apenas la mayoría de edad...

-Perdón señor – intervino Adriano – pero ya tengo 21 años, tengo licencia de conducir y lo llevo haciendo desde los 17 años, soy responsable y...

-¿Responsable? No dudo que sepas conducir, pero se necesita saber más, cambiar una llanta, conocer de autos, todo eso, no solo manejar

-Ay ya basta Gian, el chico se queda, si necesita aprender eso que dices, fácil le decimos al insufrible de Franco que le enseñe y ya, por cierto, vivirá aquí, es decir, en uno de los cuartos del servicio.

Giancarlo no estaba de acuerdo, pero estaba cansado y no deseaba discutir con su hermana, así que dejo las cosas así, pero mencionando que Adriano estaría a prueba. No estaba seguro de que fuera buena idea, su hermana debía superar el miedo a manejar, el tener un chofer solo la haría más dependiente de los demás, y por otro lado ese chico lo había incomodado, sobre todo por su forma de mirarlo, sin embargo, pensó que no habría problemas pues no sería su chofer si no el de su hermana.

Llamada telefónica

-Tía

-Hola mi amor ¿cómo estás? Me quede realmente preocupada por ti

-Estoy bien tía, ya estoy en Florencia, no pude llamarte antes por que sucedieron varias cosas, pero ¿Qué crees?

-Que amor, dime que es algo bueno, necesito un poco de paz, cada día me veo más vieja por tanta preocupación

-Si tía, es bueno... ya tengo trabajo

-Que bueno mi amor, pero cuéntame

-Bueno resulta que cuando iba caminando por la calle, buscando la dirección que me diste, una chica choco conmigo, iba muy apresurada casi corriendo y no se fijó, me empujo y yo caí lastimándome el pie, de hecho lo tengo un poco inflamado, pero estoy bien, en fin se disculpó y después de pedirme que la ayudara a escapar de su guardaespaldas, me dijo que en compensación me contrataría como su chofer, pues al parecer ella no quiere manejar por algo que le sucedió hace un tiempo, además me ofreció un techo para dormir y aquí estoy.

-Mi cielo, gracias a Dios ya tus ángeles guardianes, cuídate mucho mi niña

-Lo hare tía, no te preocupes, gracias por todo

-No tienes nada que agradecer, eres mi única sobrina, hare todo lo que este en mis manos para protegerte siempre, no olvides nunca lo que hablamos, es importante para tu seguridad cuidar tu identidad

-Lo sé tía, te amo

-Y yo a ti mi cielo

Mientras Adriano se instalaba en su nuevo hogar, Giancarlo no podía quitar de su cabeza la forma tan descarada en que lo había inspeccionado, solo esperaba que no trajera problemas en un futuro. Se durmió pensando que al día siguiente iba a firmar un contrato muy importante, era su primer negocio sin la intervención de su hermano, solo esperaba estar a la altura de él.



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Comenzamos esta nueva historia, espero les guste, me sigan y recomienden, recuerden guardar la novela en su biblioteca y regalarme una estrellita.

Primer capítulo 26 de abril

Actualizaciones, aun no tengo día fijo, pero serían tres por semana.

Disculpen lo sencillo de la portada, pero a algunas personas no se nos da eso del diseño jejeje...

La Trampa del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora