CAPITULO 30.

109 8 0
                                    

Como habían acordado, Franco siguió entrenando a Alessia, lo hacía por las tardes, claro vestido como Adriano. Cada día ella mejoraba, su buena condición física ayudaba mucho a que fuera ágil. Franco era muy estricto y varias veces la había hecho terminar casi desmayada, en alguna ocasión Gian se había molestado por ello, pero terminaba entendiendo que solo era para ayudarla. Quien se había resistido a entrenar era Arianna, pero si había obligado a manejar su propio coche y hacerse responsable de sus cosas, dejando de usar a los guardaespaldas como mandadero. También se unieron a la guardia dos chicos más, Antón y Lisandro, y la única opción que Gian encontró para proteger a Alessia, era que el propio Franco fuera quien estuviera siempre a su lado, de esta forma nadie sospecharía, además seguía viviendo en el departamento junto a Franco, cosa que no hacia mucha gracia a Gian, pero se tuvo que aguantar, aunque a veces se quedaban en el penthouse donde Alessia podía ser ella misma y dejar a Adriano descansar.

En cuanto a su tía Amelia, Alessia había hablado con ella varias veces, le contaba sobre su relación con Gian y como cada día se sentía más segura, incluso estaba pensando en de alguna forma retomar sus estudios de medicina, siempre había sido su sueño y no deseaba perderlo. Amelia la escuchaba y le pedía siempre que se cuidara, le dijo que sospechaban sobre Fabian Salvatore, así que debía estar pendiente, sin embargo, en ningún momento le menciono a su hermano Ángelo pues este le había pedido no hacerlo aún, hasta que pudieran viajar a Florencia para encontrarse con ella. Mientras eso sucedía, Amelia había acogido a su sobrino y su novia en su casa, buscando la manera de esconderlo y protegerlo, pues Ángelo se había enterado por sus amigos que unos hombres habían estado buscándolo e incluso los habían amenazado.

Gian por su parte, cada día se enamoraba más de Alessia, quien demostró que era capaz de ser una excelente asistente, siempre pendiente de sus compromisos, también admiraba la fortaleza y constancia que mostraba para prepararse mental y físicamente, ya no era aquella chica asustadiza que conoció como Adriano y quien incluso se había desmayado al ver sangre. Aunque seguía de celoso y posesivo algunas veces sobre todo cuando Enzo se acercaba demasiado a Adriano, aunque siempre había sido claro con él, el guardia no se daba por vencido.

-Amor, ándale di que sí – dijo Gian abrazando a Adriano por la espalada mientras guardaba su agenda

-Gian, ya te dije que no, estos dos últimos días nos hemos quedado en el penthouse, los chicos comienzan a verme extraño, no quiero que se hagan ideas

Gian le había estado insistiendo todo el día para que se quedaran juntos en el penthouse, pero ella se había negado, además quería seguir entrenando y no había podido hacerlo, en ese momento se encontraban aún en la oficina de la constructora.

-Lo que digan ellos no cuenta, yo quiero estar contigo – dijo apretándola hacía su cuerpo, haciendo que sintiera su erección

-¡Dios!... Gian – exclamo ella completamente sonrojada

-Vamos amor – pidió al momento que repartía besos por su nuca

-Gian... no... ¡Dios!... Arianna te espera... para cenar – le dijo recordándole que debía estar con su hermana.

-¡Maldición!... esta bien – acepto afligido

Alessia sonrió y se giro para quedar frente a él enredando sus brazos en el cuello de su novio, sin decir nada más, lo beso, Gian amaba que ella tomara la iniciativa. Cuando el beso estaba por tornarse más intenso, ella se separo de él, tomando sus cosas para salir de ahí.

-¿Es en serio amor? – dijo Gian completamente excitado

-Solo era un beso de despedida – dijo ella con una sonrisa, le lanzó un beso y salió de la oficina.

La Trampa del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora