CAPITULO 47.

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Habían pasado dos semanas desde que Alessia había regreso con sus tíos a Verona, ella había llorado casi todo el camino, Amelia la había tratado de consolar, pero entendía el sentir de su sobrina, así paso los dos primeros días hasta que Amelia creyó que era suficiente, un día simplemente la obligo a salir de la casa, la llevo de compras, aunque no había ni una sola pisca de entusiasmo por parte de Alessia, sin embargo al menos ya trataba de sonreír, entendía el esfuerzo de su tía por apoyarla.

-Mi niña hermosa ¿cómo te sientes hoy? – saludo Amelia al ver a Alessia en la cocina

-Hola tía, estoy bien – dijo simulando una sonrisa

-Me alegra escuchar eso por que hoy me acompañaras a un lugar especial – dijo Amelia sonriendo

-¿Un lugar especial? ¿A dónde me llevaras? – pregunto curiosa

-Bueno Giorgio y yo te llevaremos a un centro de ayuda – le paso unos folletos y ella los tomo

Se sentó y comenzó a leer la información del lugar, suspiro cansada, había prometido luchar por estar bien, hasta ese momento ni siquiera lo había intentado, de nuevo los pensamientos negativos revolotearon en su cabeza, tal vez no era digna de un hombre como Gian, las lágrimas amenazaban con salir, por lo que Amelia se acercó a ella y la abrazó.

Solo hasta que Alessia se sintió mas tranquila, los tres salieron rumbo al centro de ayuda, Amelia tenía fe en que en ese lugar, su sobrina podría encontrar la luz que se había apagado en su interior.

Al entrar al lugar, inmediatamente Alessia se encontró con fotos y carteles de niñas, adolescentes y mujeres adultas que parecían en distintas facetas de un proceso, por ejemplo, violencia familiar, se sorprendió al ver una grafica donde los números mencionaban el alto índice de personas en situación vulnerable. Estaba tan concentrada observando y leyendo la información, que no se dio cuenta cuando una mujer mayor se les acercó.

-Buenos días, bienvenidos a "Segunda oportunidad" – dijo la mujer con una sonrisa - Mi nombre es Valentina

-Hola, mucho gusto – saludaron Amelia, Giorgio y Alessia y se presentaron igual

-Pasen por acá, tenemos una sala donde podremos conversar – vio como Alessia se removió – descuiden es privada, nadie nos escuchara, pasen por aquí

Los tres siguieron a la mujer, se acomodaron en una pequeña, pero acogedora sala, en la mesa de centro había café y té, además de unas galletas. La mujer les dijo que podían servirse a su gusto. Amelia había llamado por teléfono un día antes y de forma general había comentado la situación de Alessia.

-Bien, antes de escucharlos a ustedes me gustaría explicarles un poco que es lo que hacemos en este lugar – los tres asintieron – nosotros somos una asociación que se dedica a ofrecer apoyo a mujeres de todas las edades, que han pasado por situaciones dolorosas desde perdidas por fallecimiento, separaciones, accidentes que las dejan tal vez con secuelas, violencia en todas sus modalidades, violaciones o abusos sexuales, embarazos no planeados que producen rechazos a los bebés, en fin, de todo. Hay chicas que son abandonadas por sus familias y aquí encuentran albergue, pero otras son itinerantes, es decir, solo vienen aquí a las sesiones y trabajar las distintas áreas de fortalecimiento. Contamos con apoyo psicológico y psiquiátrico, médico y por supuesto legal y las actividades que se organizan van encaminadas a que la persona se reencuentre consigo misma, que recuperen su esencia, aquella que muchas veces pierden ante los golpes de la vida, este lugar se llama Segunda oportunidad, por que precisamente buscamos que ellas se den una segunda oportunidad para ser felices y vivir plenamente.

Valentina continúo explicando cada actividad y algunas especificaciones, con cada descripción los ojos de Alessia se llenaban de lágrimas, hasta que al final de la explicación ella era un mar de llanto. La mujer se acercó a ella sentándose a su lado, tomo su mano y la acompaño en silencio mientras con su otra mano sobaba su espalda.

La Trampa del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora