CAPITULO 40.

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Luciano había llegado a Italia de nuevo, ambos hermanos estaban volviéndose locos al no tener noticias concretas del paradero de Arianna, Alessia y Ángelo. Noelia la novia del muchacho se encontraba deshecha, cuando su prometido le había dicho que iría a buscar a su hermana, jamás pensó que iba directo a las manos de su padre, ató cabos cuando encontró su celular en el departamento, así como una carta donde explicaba la situación, ella había informado inmediatamente a Giancarlo, pero ya no había sido posible rastrearlos. La policía no tenía pistas claras y todos los caminos llegaban hasta la gasolinera donde se habían encontrado los hermanos y después de ahí nada.

Donato trabajaba con Franco sin descanso, pero las opciones se agotaban y solo quedaba una opción que el exmarine no deseaba usar, pero era el último recurso.

-Franco dime a dónde vas – Donato lo intercepto antes de que saliera

-Tío, déjame hacer las cosas a mi manera, por ahora no puedo decirte mucho, solo confía en mí. – dijo él caminando a la salida

-No, se que me ocultas cosas, no soy estúpido, ahora no se trata de ti o de lo que hayas hecho antes de este trabajo, es la vida de personas las que están en peligro – lo regaño Donato

-Lo sé tío, precisamente por eso es que buscaré ayuda con personas que trabajan desde las sombras, es mejor que ustedes no se involucren, solo déjamelo a mí, regresare en un par de horas

Dicho lo anterior, salió de la mansión De Luca, Donato sabía que su sobrino había estado metido en cosas turbias después de salir de la milicia, pero nunca había querido presionarlo para que le contará lo vivido, ahora se arrepentía de no haber insistido o buscado por su cuenta, solo le quedaba confiar en él.

En otra parte de Italia, alejados de la civilización, se encontraban tres personas secuestradas, desde que Fabian había dado la orden de separarlos hasta nuevo aviso, ninguno de los tres sabia algo de los otros, estaban encerrados en habitaciones alejadas, aunque les habían dado comida, la verdad es que las miradas hacia las mujeres eran de mucho morbo lo que aumentaba el miedo de lo que se les venía encima, por su parte, Ángelo trataba de mantenerse tranquilo, toda su vida había vivido escondido y ahora en el momento más importante había tenido que entregarse a su padre con la idea de salvar a su hermana y la joven De Luca, sin embargo, nada había valido la pena, pues Fabian ya había mostrado que no tenía intenciones de hacer honor a su palabra.

Sabia que su padre lo quería para dirigir su organización, volverse uno de ellos, pero no debía confiarse porque si de dinero se trataba, llevar su misma sangre no le valdría si a Fabian si osaba desafiarlo.

Las puertas de las tres habitaciones fueron abiertas, chicas delgadas y visiblemente violentadas entraron, dejando en las camas bolsas con ropas, no dijeron nada, como siempre que iban a dejar comida, solo les indicaron con la mirada que abrieran las bolsas, habían pasado dos días y por fin podrían cambiarse sus ropas, una hora después las mismas chicas volvieron a entrar y les hicieron señas para que salieran de la habitación, en silencio como siempre caminaron, hasta que en un punto del enorme corredor los tres se encontraron.

-¡Por Dios! Arianna ¿Estas bien? – Alessia corrió a abrazarla

-Ale – dijo en un sollozo – no sabía que estaba pasando, nadie me decía nada, no supe como llegué aquí – Arianna lloraba y temblaba

-Perdónanos Arianna por nosotros es que estas aquí, tu familia nos tendió la mano y ahora te hemos puesto en peligro – esta vez fue Ángelo quien hablo al tiempo que las abrazaba y ellas se aferraban a él.

Las chicas mudas los veían con miedo, de pronto un hombre mal encarado se detuvo ante la escena.

-Ustedes inútiles, se les ordeno llevarlos al comedor, no sirven para nada – se acercó enfurecido y abofeteo a la que estaba más cercana, lanzándola al suelo

La Trampa del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora