CAPITULO 2.

112 12 0
                                    


Habían pasado unos meses desde que Giancarlo había tomado las riendas del imperio De Luca, a pesar de que Luciano continuaba haciéndose cargo de los hoteles que el había abierto, Giancarlo insistía en ayudarle pues sabía que era difícil hacerlo desde el otro lado del mundo. En poco tiempo se empapo de todos los proyectos en curso y futuros de la empresa, decidió darle seguimiento a todo lo que su hermano había iniciado, pero quiso demostrar que él también era capaz.

-Oh el pequeño De Luca, bienvenido – dijo el hombre regordete

-Señor Morel – saludo Giancarlo fingiendo una sonrisa, odiaba que le dijeran que era el pequeño De Luca

-Que gusto que hayas venido, tu hermano nunca faltaba a estas fiestas – dijo el empresario francés – era de los más asediados por los grandes inversores y también por... hermosas mujeres

-Lo sé – fue lo único de pudo decir.

Había comenzado a asistir a las reuniones que se hacían en los círculos más altos de la ciudad, siempre se podía encontrar ahí a los hombres de negocios más importantes de Italia y de algunos otros países. Gian recordaba que su hermano le hablaba lo importante que era estar ahí, pues así podrían cerrar tratos y hacer alianzas, además de estar siempre vigente y que el apellido De Luca siempre estuviera presente. Él era un poco más tranquilo, serio, le gustaba escuchar y hablar concretamente de sus ideas con las personas, no se le daba hacer bromas o ser más sociable; era muy evidente lo incomodo que se sentía en esos lugares, la competencia de las empresas De Luca, se aprovecharían de eso.

-Señor Bianchi, buena noche, mi nombre es...

-Giancarlo De Luca, hermano menor de Luciano, si muchacho se quién eres – el hombre canoso y de mirada cansada le sonrió cariñosamente.

-Creo que a mi nombre siempre le seguirá el "hermano menor de Luciano" o "pequeño De Luca" – dijo molesto

-Bueno chico, te precede un apellido y dos hombres de mucho peso en nuestro circulo, tu hermano y antes de él, tu padre, tienes que aprender a lidiar con ello.

-Lo sé – se encogió de hombros – es solo que quiero que vean lo que yo soy.

-Bueno tienes pocos meses al frente de tus empresas, no esperes que te respeten solo por tu apellido, tienes que ganar tu lugar, aquí – señalo a su alrededor – hay muchos tiburones que solo están viendo la oportunidad de atacar, en estos momentos eres la presa, muchacho si quieres sobrevivir tienes que ser más inteligente.

Giancarlo se sintió molesto por las palabras del empresario, pero sabía que era verdad, debía esforzarse mucho para ganarse su lugar en el mundo de los negocios.

-¡Gian! No puedes hacerme esto... sabes que no soporto a Franco, es una piedra en el zapato ¿Por favor? – Arianna hizo un puchero mirando a su hermano, Franco Riva su guardaespaldas no la dejaba sola en ningún momento.

-Ari pequeña, no empieces, no cambiare de opinión, Franco es el mejor y te acompañará a donde quiera que vayas – Gian debía revisar una propuesta de fusión de proyecto con otra constructora.

-Eres malo Giani, ya casi no te veo, casi no hablamos, todo el tiempo estas en la empresa o metido aquí en el despacho – dijo Arianna haciendo coraje y sonando su zapato en el piso.

-Sabes que ahora tengo mucho trabajo, ya habíamos hablado de ello.

-Luciano no debió dejarte toda la responsabilidad de la empresa, es un desconsiderado, no pensó en mí, en que ya no tendrías tiempo para estar conmigo.

Arianna salió corriendo del despacho y subió a su recamara, sabia que doblegaría a su hermano, siempre se salía con la suya. Giancarlo se sintió mal, dejo sus documentos y subió a ver a su hermana, después de pedirle disculpas, acepto irse con ella de fin de semana a Roma.

La Trampa del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora