EPILOGO

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Giancarlo se encontraba trabajando en su oficina, eran casi las nueve de la noche, ya solo quedaba el personal de guardia del edificio y los guardaespaldas de él, se encontraba tan concentrado que ni siquiera se había dado cuenta que tenía mensajes y llamadas perdidas de Alessia. Las tres últimas semanas había estado sumamente ocupado con dos proyectos que requerían toda su atención, su hermano Luciano había regreso por una temporada a Estados Unidos y él se estaba haciendo cargo de algunos negocios Luciano.

La puerta fue tocada y hasta después de varios intentos, Gian respondió, rápidamente se adentró Marcello junto con Leonardo, se les veía preocupados.

-Señor ¿se encuentra bien? – pregunto Leonardo

-Si, estoy bien ¿qué pasa? – los miro confundido

-Señor, perdón, es solo que la señora Alessia nos llamó y pidió venir a verlo, está preocupada pues usted no se ha comunicado con ella – dijo Marcello

Gian miro su reloj y después tomo su celular, el cual estaba sin volumen, maldijo por lo bajo y se pasó las manos por el cabello, soltó un suspiro y les pidió a los guardias que lo esperaran afuera.

Cuando ellos salieron, marco inmediatamente a Alessia, sabía que su mujer estaba preocupada y lo que menos deseaba era tener otra discusión y dormir de nuevo en otra habitación. Giancarlo y Alessia se habían casado hacía un año, su pequeño Renato, comenzaba a dar sus primeros pasos solo y era un torbellino, la señora Sara era ahora su nana y lo cuidaba mientras Alessia estudiaba, era su primer semestre, había decidido retomar su carrera de medicina.

-¿Gian? – dijo Alessia

-Amor, perdóname no me di cuenta de la hora – dijo Gian aflojando su corbata

-Estaba muy preocupada Gian, no te he visto en todo el día, saliste muy temprano y no desayunaste y mira la hora que es – le reclamo ella y él solo suspiro

-Ya estoy cerrando el equipo, voy para allá – dijo él ignorando su reclamo

-Bien, nos vemos – Alessia colgó molesta y sin permitir despedirse

Gian se apresuró a salir, se sentía cansado y se sintió mal por tener deseos de no llegar a su casa, realmente no quería discutir y sabía que eso sucedería en cuanto llegara a su casa. Así fue, Alessia se encontraba esperándolo en la sala, el pequeño Renato acababa de quedarse dormido, así que solo estaban ellos.

-Hola amor – Gian saludo e intento darle un beso, pero ella se alejo

-¿Es enserio Gian? – Gian cerró los ojos y busco calmarse

-Alessia de verdad estoy muy cansado y no tengo ganas de discutir, ¿podemos dejarlo para mañana?

-¿Mañana? Claro me pondré de acuerdo con tu secretaria para concretar una cita, al parecer es la única forma en la que ahora podemos hablar – dicho eso Alessia se dio la vuelta y subió a la recamara.

Gian se debatió entre seguirla o definitivamente buscar la habitación de huéspedes para dormir, optó por ir a la cocina para comer algo solo había desayunado y su cuerpo y le exigía comida. Se preparo un sándwich y tomo un poco de jugo de uva, recogió la cocina y subió, se detuvo frente a la puerta de su recamara, tomo el pomo de la puerta, pero no la abrió, no supo cuánto tiempo pasó hasta que se armó de valor y entró. La habitación se encontraba oscura, solo la lampara que alumbraba tenuemente cerca de la cuna del pequeño Renato que aún dormía con ellos, se acercó y lo contemplo un momento antes de darle un beso. Camino hacia la cama donde Alessia estaba dormida, se detuvo a un lado y contemplo a su mujer, sintió el impulso de acariciar su rostro, pero no lo hizo, se dirigió al baño y se dio una ducha, salió con la toalla enredada a la cintura, se puso un pantalón de chándal y se acostó en su lado de la cama, se sentía cansado física y mentalmente, no tardó mucho en quedarse dormido.

La Trampa del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora