CAPITULO 38.

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Habían pasado dos semanas desde que Alessia se encontraba en la mansión De Luca, su recuperación era excelente y eso de debía a que Gian se había encargado de que tuviera la mejor atención, le había pedido o más bien exigido al médico amigo de la familia, atención particular para ella, por lo que la enfermera contratada prácticamente vivía en su casa, aunque Alessia se sentía rebasada por las atenciones hacía ella, entendía que no lo hacía para molestarla, si no más bien por la preocupación de Gian hacía ella. En cuento se sintiera mejor, hablaría con Gian, se sentía como una carga para él y eso no le agradaba.

-Buenos días – saludo Alessia al llegar al comedor

-Buenos días cuñada – contesto Arianna, que era la única que se encontraba en ese momento.

-No he visto a Gian, cuando me desperté ya no estaba en la habitación

-Gian acompaño a Luciano al aeropuerto – contesto Arianna

-Oh si, regresa con su familia, lamento mucho todo lo que mi situación ha ocasionado a su familia

-Ya deja de decir eso, aunque no te mentiré, claro que me preocupa mi hermano y mi seguridad, pero lo que has vivido no se le desea a nadie, jamás dejaríamos a una persona en tus circunstancias, si está en nuestras manos ayudar, lo haremos – dijo con seguridad Arianna

Alessia la miro y agradeció con la cabeza, aunque la chica aparentaba ser alguien superficial y mimada, la verdad es que cuando se lo proponía podía llegar a ser alguien muy maduro, se pregunto si su manera de actuar se debía a que buscaba protegerse de algo.

Se sentó a la mesa y comenzó a almorzar con ella, desde que habían hablado y aclarado la situación real de Alessia, ambas se llevaban muy bien, tanto que a veces Gian debía sacar a su hermana de la habitación, pues pasaba mucho tiempo con su novia.

Después de almorzar, Arianna tuvo que irse, tendría mucho trabajo en los últimos días, por lo que había mencionado que probablemente estaría mucho tiempo en su negocio, obviamente con Franco cuidando de ella muy de cerca.

Alessia regreso a la habitación para esperar a Gian, quien llegó por la tarde, había ido a la oficina a trabajar un poco, aunque en las últimas semanas el despacho de su casa se había convertido en su oficina y había trabajado desde ahí.

-Hola hermosa ¿cómo te sientes? – pregunto Gian al ingresar a la habitación

-Hola, me siento muy bien, gracias... de hecho creo que ya no es necesario tener a una enfermera

-Mmmm hablare con el médico, si el lo autoriza, pues se ira. ¿No ha venido tu hermano a verte?

-No, dijo que tenía algo de trabajo en el Resort, así que vendrá a verme hasta el fin de semana. Aunque yo podría ir a verlo...

-No... amor entiende, por el momento no es buena idea, aún Franco no localiza a quienes te secuestraron ni al padre de tu hermano, es peligroso, aquí en casa estas segura, debemos tener más cuidado ahora que saben tu identidad

-No me gusta sentirme prisionera, pero no te voy a negar que me da miedo salir a la calle, de nuevo me siento indefensa, como cuando llegue a esta ciudad, no quiero sentirme así – dijo ella soltando un sollozo

-Ey amor, tranquila, todo se resolverá y ya no tendrás que esconderte

El resto de la tarde la pasaron en la habitación, Gian mimándola y ella dejándose querer, obviamente ambos se deseaban, pero el medico aun no autorizaba la intimidad, así que por el momento se conformaban con besos y caricias, que en muchas ocasiones hacían que Gian terminara en la ducha fría.

La Trampa del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora