CAPITULO 23.

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Gian camino apresurado a su habitación, no quería hablar con nadie, no quería ver a nadie, solo deseaba dejar de pensar. Su cabeza era un desastre, no era capaz de hilar ideas, no era capaz de darle un sentido a las cosas, a las situaciones, pasaba de una imagen a otra, sus emociones eran otra problema, sentía que su pecho iba a explotar y no podía darle un nombre a esa opresión.

Comenzó a dar vueltas en su habitación, parecía león enjaulado, se jalo el cabello una y otra vez, no pudo más y se metió a la ducha, el agua fría pudo darle un poco de tranquilidad. Su cuerpo comenzó a temblar por el frío, pero no salió de la ducha, temía que si lo hacía, la opresión en su pecho regresará.

Estando bajo el agua fría, comenzó a pensar en lo que debía hacer, fui ahí que se dió cuenta que necesitaba hablar con su amigo, una visión distinta podría darle una solución mejor. Salió de su habitación, después de estar casi una hora en el baño, era tarde, pero sabía que no podría dormir, así que se dirigió a la piscina, decidió nadar, nadar hasta que sus músculos estuvieran por reventar. 

Alrededor de las tres de la mañana, regreso a su recamara, volvió a ducharse, se colocó la pijama y se tiró en cama, estaba tan exhausto física y mentalmente que no tardó mucho en quedarse dormido.

"-¡No quiero volver a verte, eres una mentira¡ - grito Gian a la mujer que se encontraba de rodillas frente a él.

-Dejame explicarte, yo te amo - dijo la mujer de ojos miel

-Tu no eres la persona de la que me enamore eres una mentira… ¡Lárgate! - Gian la tomó del brazo y la saco de la propiedad, lanzandola sobre la calle.

La mujer comenzo a avanzar hasta perderse en la oscuridad, mientras él se quedaba solo, sentía una furia en su interior, se habían burlado de él. 

-Señor… ya está hecho - un hombre corpulento y mal encarado se acercó a él

-¿Qué? - pregunto confundido

-La mujer recibió su merecido, no volverá a ver la luz del día - dijo el hombre con una sonrisa siniestra en el rostro

-¿Que mujer? No entiendo

El hombre hizo una seña y dos hombresas aparecieron s los lejos, arrastraban un cuerpo, el cuerpo de ella.

-No volverá a engañar a nadie”

Gian abrió los ojos de golpe, su corazón latía frenético, su rostro estaba empapado de sudor, era la segunda vez que tenía sueños o más pesadillas, en dónde perdía a Adriano o más bien a la mujer que se hacía pasar por él.

-¡Carajo! - exclamó al darse cuenta que eran las seis de la mañana, había dormido poco más de dos horas apenas

Se levantó y comenzó su rutina, salió s la cocina donde sorprendio a su Nana Sara, quien ya estaba preparando el desayuno

-Mi niño, mira nada más que cara traes - dijo la mujer

-Buenos días Nana, no dormí bien, me siento muy cansado - dijo con un mal semblante y tranquilo, estaba controlandose

-Te voy a preparar algo delicioso para que te dé energía, te he dicho que no trabajes tanto, pero eres igual a tu hermano, aunque Luciano acostumbraba divertirse casi igual que como trabajaba.

-Ire a ver a mi hermana, enseguida regreso - Gian se levantó

-Ari no está, no llegó anoche, pensé que Franco te había avisado

-No lo hizo - tomo el celular y marco el número de su hermano y no contestó, después marco a Franco y al segundo timbre atendió.

-Buenos días señor - dijo Franco

La Trampa del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora