CAPITULO 20.

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Giancarlo salió del Resort sin avisar a Franco, tomo un taxi y solo se fue sin rumbo, su mente no era capaz de pensar con claridad; le dijo al taxista que diera varias vueltas por las calles de la ciudad hasta que se detuvo cerca de un parque, era temprano y podía ver a algunas personas correr y ejercitarse, algunas familias hacían picnic, caminó algunos metros y se detuvo para sentarse en una de las bancas, fue entonces cuando por fin pudo pensar y caer en cuenta que había tenido sexo, sexo con Adriano. Cerró los ojos y dejo salir todo el aire que había en sus pulmones, comenzó a preguntar ¿cómo había sucedido? ¿Por qué lo había hecho? ¿Lo habría obligado o el muchacho habría aceptado por voluntad? Tantas preguntas y ninguna respuesta solo más confusión, más frustración y más miedo, miedo a darse cuenta que en realidad sus preferencias eran otras. Coloco sus manos sobre su rostro y por un momento deseo regresar a su época de universidad, donde todo era más tranquilo, solo debía estudiar, sacar buenas notas y divertirse, era feliz con su novia Marie en aquel momento, disfrutaba su compañía y su intimidad, se pregunto ¿en que momento su vida había cambiado tanto? Por que sinceramente, ahora no era feliz.

-Hola – dijo una pequeña niña

-Hola pequeña – dijo Gian saliendo de su ensoñación

-Toma – la niña le extendió un chocolate – mi mami dice que el chocolate alegra el corazón – Gian miro a la niña y por un momento dudo en tomar el dulce

-Gracias, pero no deberías hablar con extraños

-Lo sé, pero mi mami y mi papi están allá – le señalo a sus padres que estaban sentados sobre una manta y sonreían cuidando a la pequeña

-Ya veo, gracias – dijo dedicándole una sonrisa y asintiendo con la cabeza hacía sus padres

-Estas triste, mamá dice que cuando estamos tristes debemos acercarnos a las personas que nos pueden hacer sentir mejor o hacer cosas que nos hagan sentir mejor – dijo la niña sentándose en la banca al lado de Gian

-Tu mami es muy sabia y tu muy inteligente, siempre debes hacerle caso a tus papás – dijo Gian, se sentía incomodo con la pequeña a su lado, no quería tener problemas con sus padres

-Tu corazón – la niña le toco el pecho – necesita amor, búscala, ella también siente lo mismo

Giancarlo se quedo mudo, no entendía las palabras de la pequeña niña, además ¿por qué se le había acercado? ¿Estaba volviéndose loco acaso?

-Hola, disculpa a mi hija – dijo un hombre como de su edad

-Hola, no hay problema – dijo Gian incomodo

-Dara ve con tu madre y ayúdale a recoger todo, es hora de irnos

-Si papi... adiós – dijo la pequeña al tiempo que depositaba un beso en su mejilla y salía corriendo hacía su madre

-Yo...

-Descuida, Dara es así, es una niña muy especial, es capaz de darse cuenta cuando las personas están tristes y busca consolarlas, te vio y nos dijo que deseaba acercarse

-Entiendo... yo bueno... si tengo muchas cosas en la cabeza en este momento – dijo Gian bajando la mirada

-No sé que te dijo mi hija, pero hazle caso, te prometo que te ira bien – Gian le miro, pero no dijo nada – bueno me tengo que ir, espero se solucionen tus problemas

-Gracias

Gian se quedo solo y más confundido que antes, había sido muy extraño lo sucedido. Reviso su celular y tenía muchas llamadas perdidas de Franco, Pietro y Antonio, los mensajes que inundaban su bandeja de entrada era iguales ¿Dónde estás? ¿estas bien? El cielo comenzó a nublarse y fue entonces que en realidad él no tenía un lugar seguro, un lugar que fuera suyo solamente, un lugar propio y donde pudiera perderse y pensar.

La Trampa del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora