CAPITULO 32

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Si alguna vez le hubieran dicho a Alessia que estaría desnudaría a un hombre para tener sexo, se hubiese reído, ella nunca había sido atrevida en la intimidad, sin embargo, con Gian deseaba explorar todo en el sexo. Ahora frente a ella estaba un hombre que deseaba ser tomado por ella, Gian le estaba entregando completamente, deseaba transmitirle todo lo que sentía.

Alessia no movía las manos, estaban sobre el pecho de Gian, ambos se veían a los ojos, hipnotizados, a él le fascinaban los ojos miel de ella, eran tan distintos a muchos que había visto antes, ella en cambio, estaba fascinada con el hombre que tenía frente a ella, era perfecto, simplemente hecho para ella.

-Amor... por favor – hablo por fin Gian

-¿eh? – fue lo único que pudo responder

Gian sonrió, ella era tan transparente y no ocultaba su amor por él. Le tomo las manos y las paseo por su torso, ella trago saliva, tocarlo la excitaba no podía negarlo, de un momento a otro ya no eran las manos Gian quienes dirigían las de Alessia, era ella misma quien tocaba a placer el pecho de él. Se detuvo en los botones que aún estaban cerrados, poco a poco comenzó a desabrocharlos, pero había un detalle, tenía que sacar la camisa del pantalón, sin pensarlo desvió la mirada al bulto que se alzaba en los pantalones de él, ¿cómo podía estar tan excitado con tan solo unos toques?

Para Gian era un martirio, deseaba cargarla y llevarla a la cama, al sofá o donde se pudiera, necesitaba hundirse en ella, de solo pensar en el toque de su cuerpo, en la unión de ambos, en la forma en como ella lo apresa cuando esta dentro, sentía su miembro palpitar de deseo y sin lugar a dudas estaba más que lubricado.

Alessia, mordió su labio y lentamente comenzó a quitar el cinturón y a abrir el pantalón, hasta ese momento Gian había aguantado el tocarla. Cuando ella termino su tarea, el pantalón cayó al suelo quedando él solo en bóxer, casi por instinto la mano de ella se movió hacía el miembro caliente de Gian y por encima de la tela comenzó a tocarlo, arrancándole gemidos casi involuntarios al hombre. Ella tomo el borde del bóxer y lentamente comenzó a bajarlo, saltando gustoso de ser liberado, el miembro húmedo de Gian. Alessia miro a Gian, quien estaba con los ojos cerrados y la respiración agitada, sus manos en puño, controlando las ganas de tocarla, ella tomo el borde de su vestido y se libero de la estorbosa tela, quedando en bragas de encaje solamente, Gian habría pensado que tocaría su miembro y tal vez después buscaría sus labios, pero la acción siguiente lo sorprendió. Ella se arrodillo frente a él y sin emitir ninguna palabra, beso delicadamente la punta esponjosa del pene haciendo que de inmediato él abriera los ojos y mirara hacia abajo, se encontró con la imagen más caliente que hubiera imaginado, Alessia arrodillada, comiéndose su miembro mientras una mano se aferraba a su pierna y la otra a sus testículos.

¿Qué la motivo a hacerlo? No lo sabía, solo había sentido el deseo de probarlo y lo tomo, cuando sintió el sabor salado de los fluidos, creyó que se sentiría asqueada, pero él era su hombre, suyo solamente, tal vez estaba volviéndose una enferme sexual, pero le estaba encantando sentir el enorme y grueso falo en su boca, la motivaba el escuchar a Gian gemir casi desesperado ante la felación que le estaba dando. De pronto sintió la mano de Gian en su cabeza, así como su pelvis comenzar a moverse poco a poco simulando embestidas, él estaba perdiendo el control, pero se decía a si mismo que tenía que ser cuidadoso, ella luchaba para mantener el ritmo que comenzaba a marcar él, sentía como la punta esponjosa del miembro llegaba hasta su garganta provocándole algunas arcadas, lágrimas rodaban por sus mejillas mientras trataba de no asfixiarse.

Gian estaba por correrse, de un movimiento se separó de ella, Alessia lo miro confundida, pero para él la imagen de la mujer arrodillada, con el cabello revuelto y ojos humedecidos, fue excitante.

La Trampa del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora