CAPITULO 14.

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-Mírame a los ojos y contesta - ordenó Gian, visiblemente pasado de copas.

-Yo... - Alessia sentía su corazón martillar en sus oídos, su cercanía y el calor de su piel la estaba haciendo perder la cordura, estaba demasiado cerca.

-Te dije que me miraras, levanta la vista – ordeno Gian con voz dura.

Alessia de a poco comenzó a levantar la vista hasta que ambas miradas hicieron contacto. Ella sentía que sus piernas en cualquier momento iban a fallarle, él se perdió de nuevo en aquellos ojos miel que lo perseguían en sus sueños. Ella comenzó temblar, el miedo a la incertidumbre, a no saber como actuar, a que descubriera que no era él sino ella; él debatiéndose en una lucha por lo que sus impulsos le estaban haciendo hacer y lo que su razón le dictaba.

-Se... señor... usted esta... demasiado tomado – dijo ella con voz temblorosa.

-¿sabes por qué estoy así? ¿Por qué me bebí la botella entera? – le pregunto Gian acercándose más a Adriano, estaba oscuro el rincón, pero podía imaginarse al chico sonrojado

-Yo... no sé... por favor... Franco regresara y...

-¡Franco!... ¿a ti que te importa si Franco regresa? – una mano aferro su agarre en la cintura de Adriano haciendo que este se tensara.

-Él es... mi jefe y...

-¡No!... escúchame bien niño bonito – Alessia abrió la boca con sorpresa por qué le había llamado "bonito" – tu jefe soy yo, es a mi a quien debes obedecer y rendir cuentas – esto último lo había dicho en un tono de advertencia – ¿me escuchaste? – Alessia no respondía seguía tratando de reponerse de todo lo que esta sucediendo.

-Si... si señor – Alessia se removió tratando de empujar a Gian, quien parecía querer besarla, pero a la vez sus ojos denotaban furia.

Gian había estado molesto, no, más bien furioso consigo mismo, por tener esos sentimientos hacia Adriano, ahora que lo tenía tan cerca, que sus manos lo tocaban, había nacido en él otro impulso que con los segundos tomaba más fuerza, sentir sus labios. Sin dejar de ver los ojos hipnóticos de Adriano, remojo sus labios, Alessia vio aquel gesto y trago en seco, la iba a besar, iba a pasar, ella instintivamente también remojo sus labios.

-¿Piensas que voy a besarte? – Pregunto Gian regalándole una sonrisa

-No... yo... no – se sintió desilusionada, claro que deseaba probar sus labios

-Si lo deseas, puedo verlo en tus ojos... son tan transparentes – ella apartó la mirada y lo empujo lo suficiente para que él reaccionara.

Reuniendo la poca fuerza de voluntad que le quedaba, se alejo de Adriano como si tocar su piel quemara, se tambaleo un poco que casi cae al suelo, se recompuso y como pudo llego al sofá donde antes se encontraba. Su mente estaba completamente confundida, lo que acababa de hacer se había salido de control, había estado apunto de besar a un hombre. Se tomo de un solo trago el alcohol que le quedaba en la botella. La ira y el alcohol estaban haciendo estragos en él.

Franco entro en eso momento, miro hacia la esquina donde un Adriano trataba de recuperarse de lo que acababa de suceder, frunció el ceño al verlo un poco agitado y nervioso, pero no dijo nada, se acercó a Gian quien tenía la mirada clavada en el espectáculo que se desarrollaba en el escenario.

-Señor, ¿esta bien? – pregunto al verlo apretar los puños al punto de tener los nudillos casi blancos de la fuerza.

-Tráeme otra botella – dijo sin mirarlo, Franco miro la botella vacía en la mesa y dudo en atender la petición de su jefe – no lo volverá a repetir, haz lo que te ordeno.

La Trampa del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora