CAPITULO 36.

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Giancarlo iba en la camioneta con su hermano y Franco, él había pedido y al penthouse pues ahí guardaba algunos documentos de la investigación que estaba llevando Franco sobre el caso de Alessia.

-Hermano... - lo llamo Luciano al verlo pelear con su teléfono

-Luciano no puedo permitir que algo le pase, le prometí que estaría a salvo y ahora puede estar...

-No lo digas, el muchacho estará bien, debemos investigar por que se lo llevaron, si es una forma de llegar a nosotros, tal vez no le hagan nada, además al parecer se llevaron su maletín con la agenda y...

-La agenda, eso es – dijo Gian – la agenda digital tiene un localizar, podemos rastrearla, pedí que fuera de esa manera para mantener los documentos confidenciales – concluyó Gian, Franco al escuchar inmediatamente comenzó el rastreo.

-Creo que es mejor dar parte a la policía – dijo Luciano

-No, nosotros haremos la búsqueda – Gian fue tajante, a lo que Luciano lo observó extrañado – Franco sabe lo que debe hacer y este solo asintió

-Lo entiendo, pero son nuestras empresas, debemos comenzar a investigar que es lo que quieren, Adriano maneja mucha información y por eso es importante...

-No buscan nada de nuestra familia, es por ella – dijo mirando por la ventana

-¿Ella?

-Señor – Franco interrumpió – Su hermano Ángelo – le recordó

-¡Carajo! – exclamo Gian – llámalo y que vaya al pent-house

Minutos después llegaron al hotel y subieron inmediatamente al pent-house, Luciano comenzaba a sospechar que había algo raro en todo, Giancarlo además de estar desesperado, también actuaba extraño y en ocasiones decía cosas que no lograba entender.

-Gian – lo llamo, pero este no lo atendió, seguía revisando papeles y la computadora - ¡maldita sea! Giancarlo ¿Qué demonios esta pasando? Se me ocultas algo – le levantó la voz

-Hermano por favor, hay cosas que no puedo decirte ahora, pero te juro que no tiene que ver con nuestra familia, solo... solo déjame resolverlo a mí – le pidió

-No, no me pidas que me haga a un lado, eres mi hermano y esto esta afectándote, no te dejaré solo, dime que diablos pasa, sabes que puedo averiguarlo por mi cuenta, pero quiero que seas tu quien me lo diga

Ambos se quedaron callados por unos instantes, en los que Gian se debatía entre decirle la verdad a su hermano o inventarle algo, pero tarde o temprano se daría cuenta, además que estaba por llegar Ángelo y entonces las cosas se pondrían más complicadas.

-Señor – entro Franco al despacho – tenemos una ubicación, es a las afueras de la ciudad, son instalaciones abandonadas

-Bien, necesitamos algunos hombres

-Ya estoy en eso, tengo algunos conocidos exmilitares

-Bien, yo iré con ustedes

-¿Qué? No, es peligroso hermano, no lo permitiré – intervino Luciano

-Luciano no soy un niño, y no estoy pidiéndote permiso, he dicho que yo iré, te recuerdo que tu hiciste lo mismo con mi cuñada ¿recuerdas?

-Si, pero a estos tipos no los conocemos, no sabes cuantos son ni nada...

Se escucharon unos gritos en la sala y salieron a ver que sucedía, Ángelo acababa de llegar y exigía hablar con Gian.

-¿Dónde está? Dijiste que la protegerías ¿Dónde esta mi hermana? – se acercó muy alterado

La Trampa del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora