CAPITULO 11.

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Gian miro a su hermana toda desparramada en la cama, era de madrugada y él al día siguiente tenía varios pendientes que terminar, ahora debía estar pendiente de su hermana, suspiro y negó con la cabeza, a su hermana le faltaba madurar, pero después de haber vivido un intento de secuestro, pensaba que debía darle tiempo.

Se recostó en el sofá y después de unos minutos se quedo dormido. El mueble era cómodo así que no tuvo en problemas en acomodarse.

"Gian se encontraba en la plaza, estaba con Marie su novia, ambos caminaban tomados de la mano, de pronto ella le dijo que iría por un helado y corrió, Gian intento alcanzarla, pero la multitud se cruzaba en su camino, quiso gritar su nombre, pero no salían palabras de su boca, era como si hubiera olvidado las palabras.

¡Adriano!

Fue el nombre que salió de sus labios después de varios intentos por hablar. Todas las personas a su alrededor desaparecieron y la noche llego en un parpadeo, era como su se hubiera apagado la luz. Solo una silueta en las sombras se podía distinguir a los lejos. Gian estaba desorientado, no entendía por que había dicho aquel nombre cuando a quien deseaba llamar era a su novia, de la cual no recordaba su nombre. Camino cauteloso por aquella penumbra hasta alcanzar aquella silueta, cuando estuvo lo suficientemente cerca.

¿Quién eres?

Shhh... es un... secreto

La silueta giro su rostro y lo único que pudo distinguir fueron unos hermosos ojos miel, era los mismos que había detallado en el rostro de ese muchacho

¿Adriano?

Gian abrió los ojos de golpe, su cuerpo estaba tenso y su respiración agitada, ¿que clase se sueño había sido ese? ¿por qué había soñado al chofer? ¿qué diablos tenían esos ojos que cuando los miraba era capaz de perderse en ellos? Se levanto del sillón y miro a su hermana, quien seguía profundamente dormida, checo el reloj de la mesita de su hermana, eran las 6:30 de la mañana. Fue a su habitación y se metió directo en la ducha, se sentía descolocado, no entendía nada.

Después arreglarse bajo al comedor, su desayuno estaba listo, comió rápidamente y salió de la casa, donde ya lo esperaban Franco y Enzo.

-Buenos días señor – saludos ambos

-Buen día Franco, Enzo ¿esta listo el auto?

-Si señor, Enzo lo acompañara hoy – Enzo asintió con la cabeza

-¿Cómo están los chicos?

-Están bien, solo Leonardo tiene en su brazo una herida, pero nada grave, por hoy los dejare descansar, Marcello se quedará por si la señorita Arianna desea salir.

-No creo que vaya a salir, además mañana viaja a Nueva York.

Después de esa breve charla, Gian salió rumbo a la oficina, él también viajaría al día siguiente, pero a Londres para reunirse con Marie. Durante gran parte de la mañana estuvo muy distraído, no entendía que es lo que estaba pasando con él, sobre todo por qué se había dado cuenta de que había comenzado a estar un poco más pendiente de lo que hacía Adriano.

-¿Estás bien? – dijo su amigo Antonio

-No te escuche entrar – dijo ignorando la pregunta

-Si me di cuenta – dijo sentándose frente a él - ¿qué te pasa? Y no digas que nada, por que te conozco y se que algo tienes.

Gian no sabía como decirle lo que estaba pasándole, sencillamente por él tampoco lo entendía, además él no gay, le gustaban las mujeres, jamás había dudado de su sexualidad, sin embargo, ese muchacho y sus ojos color miel, estaban comenzando a perturbar la poca paz que había en él.

La Trampa del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora