Alessia corrió con la caja de pizza, Arianna era demasiado exigente, durante esa primera semana, había estado llevándola a todos lados y conseguirle todos los caprichos, desde, comida, accesorios, ropa... en fin. Los guardaespaldas que se encargaban de su seguridad al principio se burlaban de como andaba de un lugar a otro consiguiendo los caprichos, pero después del tercer día se compadecieron del pobre Adriano que en más de una ocasión se había llevado regaños por parte de la "princesita" como le llamaban los guardias.
-Adriano, ¿Dónde carajos estabas? – Franco le llamo molesto
-Señor, perdón, la señorita Arianna me mando por una pizza – dijo agitada.
-¿Por qué no la pediste a domicilio? – pregunto frunciendo el ceño
-La pedí por teléfono, pero pase por ella, aproveche para hacer un encargo. - Franco miro al pobre Adriano, se veía cansado.
-Ve a dejar eso y búscame en el taller.
Franco se dio la vuelta para dejar que Adriano terminara su encargo, dejo la pizza en la cocina y envió un mensaje a Arianna avisándole que ya había regresado con lo que había pedido. Salió del lugar en busca de Franco, se había dado cuenta que era un hombre poco paciente, lo encontró en el taller con las llantas de uno de los autos si montar.
-Ya estoy aquí señor – dijo Adriano
-Necesito saber que tanto sabes de autos, como chofer no solo te vas a dedicar a manejar, debes saber de autos.
Alessia paso saliva, en realidad no sabía mucho de autos, apenas y podía cambiar una llanta, observo las herramientas y se dio cuenta que esto iba en serio. Las próximas horas las paso en el taller aprendiendo todo lo que Franco le enseñaba, debía reconocer que era muy exigente, no había ni una pizca de consideración al verlo batallar, al contario le ponía obstáculos para que pudiera resolver. Eran cerca de las 10 de la noche y su estómago le exigía alimento.
-Creo que por hoy ha sido suficiente – dijo Franco al ver al pobre Adriano sucio
-Gracias – suspiro Alessia antes de dejarse caer al piso
-Recoge todo y después ve a descansar – Franco salió del lugar sin darle tiempo a decir nada.
Alessia maldijo entre dientes, había un tiradero en el taller, sin más comenzó a guardar toda la herramienta en su lugar y limpiar el lugar, cuando termino eran ya casi las once de la noche, a esa hora ya todos estaban alistándose para dormir, se dirigió al baño y se ducho rápidamente, su compañero de cuarto ya estaba dormido, salió y se dirigió a la cocina del lugar.
-No puede ser, parecen una plaga, arrasan con todo – dijo por lo bajo al ver que sus compañeros no habían dejado nada para cenar.
No lo pensó dos veces y se dirigió a la cocina de la mansión, la puerta no tenía llave así que no tuvo problemas para entrar. Usando la luz de su celular, camino sigilosamente hasta la nevera, saco lo necesario para prepararse un sándwich y tomar un poco de leche.
-Buenas noches – Alessia se sobresalto al escuchar esa voz ronca que había descubierto le erizaba la piel, dejo caer el vaso al piso provocando que se rompiera.
-¡Maldición! – exclamo ella al darse cuenta de lo que había sucedido.
-¿Estas bien? – pregunto Gian al ver el vaso roto
-Ehh... ahh... si, si estoy bien... solo... ¡maldición! – exclamo más fuerte al sentir un corte en su mano.
-Deja de maldecir, si hubieras encendido la luz, te abrías dado cuenta de mi presencia – miro la mano de Adriano – te cortaste. – Alessia solo asintió con la cabeza, odiaba ver sangre, de hecho tenía fobia a ella.
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La Trampa del Amor
ChickLit-¿Qué carajos paso? - se encontró con su ropa regada, algunas botellas de alcohol y un preservativo tirado a un lado de cama. Comenzó a buscar en sus recuerdos y lo último que se le venía a la mente era beber como desquiciado cuando vio a aquel homb...