CAPITULO 24.

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Alessia había pasado casi todo el día entrenando, los ejercicios eran cada vez más duros, definitivamente eran muy distintos a los que hacía con su padre, Franco no se media, al contrario, buscaba llevarla al límite, en más de una ocasión había terminado casi desmayada por el esfuerzo, además de que cuando él supervisaba su entrenamiento, por lo regular usaba un lenguaje ofensivo, al principio en verdad la había hecho sentir mal, al punto de terminar llorando, pero después entendió que además de fortalecer su cuerpo, también buscaba hacerlo con su mente, pensó que eso mismo debería hacer con lo que sentía por Gian, pues estando frente a él, se volvía frágil, no lo entendía, ella siempre había sido una chica fuerte, los compañeros y amigos le admiraban por ello, sin embargo, desde que sus padres había fallecido, su seguridad tambaleaba.

Por unos momentos, se vio añorando de nuevo su vida feliz, aquella dónde se convertiría en doctora, dónde sus padres estarían con ella en su graduación, se pregunto si en algún momento podría continuar con su carrera, le gustaba mucho la medicina, recordó también su participación en la iglesia de su comunidad, el altruismo le agradaba. La nostalgia la invadió al recordar también a su amiga Antonella, aquella chica alegre y loca que la hacía reír y que junto a sus padres, habían muerto por protegerla.

No pudo evitar derramar algunas lágrimas, lágrimas amargas, cayó de rodillas en el césped, se sentía completamente derrotada, la vida que añoraba jamás regresaría, ahora debía vivir una vida como Adriano y eso le dolía en el alma.

Giancarlo había pedido a Franco regresar a casa, no sabía por qué, pero sentía una necesidad de estar ahí con ella, deseaba  abrazarla y reconfortará, y no se equivocó, cuando llegó a la mansión, le pidió a Franco no decirle nada, sería el quien buscaría la forma de hacerlo saber.

Cuando llegaron, Leonardo les dijo lo que hasta ese momento habia sucedido, Arianna estaba descansando y al parecer no saldría en todo el día de la casa, mientras Adriano aprovechaba para entrenar. Sin pensarlo, Gian camino hacia el área donde los custodios entrenaban, Franco iba detrás de él, de pronto vieron como Adriano se encontraba recargado en un árbol consu rostro escondido entre sus rodillas. 

-Busco que entrene, la llevo a su límite, quiero que sienta que es capaz de defenderse, perdió la seguridad en sí misma y vive con miedo, su fuerza mental también la trabajo, no siempre estará rodeada de personas en algún momento tendrá que defenderse sola - dijo Franco a su jefe

Gian entendió muchas cosas, el solo hecho de pensar que podrían hacerle daño como en su sueño, le hizo sentir un miedo enorme, ahora sentía deseos de cuidarla, protegerla.

-En el informe decía que su padre era entrenador…

-Lo era señor, entreno a Alessia para que supiera defenderse, pero supongo que la muerte de sus padres le provocó inseguridades. Estudiaba medicina y ahora la sangre le aterra, según me contó ver la sangre de sus padres derramada en su casa, es algo que le causó un gran impacto - dijo Franco serio

Gian termino de entender su comportamiento, en ese momento deseaba abrazarla y no soltarla, quería protegerla y hacerla sentir segura.

-Señor, iré con ella, es claro que algo le pasa - Franco lo saco de sus pensamientos.

Gian lo miro, quería ser él quien la consolara, pero entendía que no podía, no hasta que pudiera hablar con ella. Acepto, le dijo que estaría en su despacho, que después de que calmarse a Alessia le pidiera ir a verlo. Camino hacia la casa y entro sin voltear, no quería ver cómo Franco se acercaba a ella, aún sentía celos de otros hombres.

-Hola hermanito - saludo Arianna enfundada en un pareo 

-Vaya pensé que estaría en cama todo el día - Gian se acercó a ella y la saludo dándole un beso en la frente

La Trampa del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora